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martes, 28 de enero de 2020
Una fábula*.
*Cuento de 1909, extraído de Twain, Mark, Cuentos Completos V: 1906-1916, Buenos Aires,
Claridad, 2008.
Había una vez un artista que habiendo pintado un cuadro pequeño y muy hermoso lo
colocó de tal modo que podía verlo en el espejo. Dijo:
- Esto duplica la perspectiva y lo hace más delicado, y se ve el doble de hermoso de lo
que era antes.
Los animales del bosque supieron esto por el gato de la casa, al que admiraban mucho
debido a que era muy culto, refinado y civilizado, y tan educado y bien criado, el cual podía
contarles muchísimas cosas que ellos ignoraban y de las que no se convencían del todo luego.
Estaban muy agitados por este nuevo chisme, e hicieron muchas preguntas a fin de entender
bien todo. Preguntaron qué era un cuadro y el gato explicó:
- Es algo chato –dijo-, maravillosamente plano, maravillosamente plano, graciosamente
plano y elegante. Y ¡oh, tan hermoso!
Los animales, ya exitados, se pusieron frenéticos y dijeron que darían cualquier cosa por
verlo. Entonces el oso preguntó:
- ¿Y qué es lo que lo hace tan hermoso?
- El aspecto que tiene –dijo el gato.
Esto los llenó de admiración y de incertidumbre, y estaban más intrigados y animados que
nunca antes. Entonces la vaca preguntó:
- ¿Qué es un espejo?
- Es un agujero en la pared –dijo el gato- Uno mira ahí y ahí ve el cuadro y es tan
delicado, encantador, etéreo e inspirador en su inconcebible belleza que a uno le da
vueltas la cabeza muchas veces hasta que se derrite de éxtasis.
El asno todavía no había dicho nada; ahora empezaba a arrojar sus dudas. Dijo que nunca
había habido nada tan hermoso como esto antes, y que probablemente tampoco ahora. Dijo
que cuando había que usar un canasto lleno de adjetivos largos y excesivos para elogiar una
cosa bella, era hora de sospechar.
No fue difícil ver que esas dudas surtieron efecto entre los animales, así que el gato se fue
ofendido. El tema quedó olvidado durante un par de días, pero mientras tanto la curiosidad fue
surgiendo poco a poco nuevamente y hubo un renovado interés fácilmente perceptible.
Entonces los animales fustigaron al asno por arruinar lo que probablemente pudo haber sido
un placer para ellos, con la mera sospecha de que el cuadro no era hermoso, sin ninguna
prueba de que tal fuera el caso. El asno no estaba preocupado sino tranquilo y dijo que había
una forma de averiguar quién tenía razón, si él o el gato: iba a ir y mirar en el agujero, y
volvería a decir lo que había averiguado. Los animales se sintieron aliviados y agradecidos, y
le pidieron que fuera enseguida, cosa que el asno hizo.
Pero no sabía adónde debía pararse, y así, erróneamente se paró entre el cuadro y el
espejo. El resultado fue que el cuadro no se pudo reflejar y el asno no pudo ver el efecto. El
asno volvió y dijo:
- El gato mintió. No había nada en ese agujero más que un asno. Ni una señal de algo
chato a la vista. El asno era lindo y amistoso, pero era sólo un asno, nada más.
El elefante preguntó:
- ¿Lo viste bien y con claridad? ¿Te acercaste?
- Lo vi muy bien y muy claramente, O Hathi, Rey de las Bestias. Estuve tan cerca que
casi lo toco con mi hocico.
- Esto es muy raro –dijo el elefante-, el gato siempre dijo la verdad hasta ahora, por lo
menos lo que pudimos entender. Qué intente otro testigo. Baloo, vamos, mira en el agujero y
vuelve para informar.
Así que fue el oso. Cuando volvió dijo:
- El gato y el asno mintieron; no había nada en el agujero más que un oso.
Grande fue la sorpresa y perplejidad de los animales. Ahora todos estaban ansiosos por ir
a probar y volver con la verdad. El elefante los envió de uno por vez.
Primero la vaca. No encontró nada en el agujero salvo una vaca.
El tigre no encontró nada ahí salvo un tigre.
El león no encontró nada ahí salvo un león.
El leopardo no encontró nada ahí salvo un leopardo.
El camello encontró un camello y nada más.
Hathi estaba furioso y dijo que él iba a averiguar la verdad aunque tuviera que ir él mismo
a observar. Cuando volvió trató a todos los demás de mentirosos y se hallaba en un estado de
ira incontrolable por la falta de moral y por la ceguera mental del gato. Dijo que nadie salvo
un tonto incapaz de ver, podía dejar de otra que en el agujero no había otra cosa que un
elefante.
MORALEJA (DEL GATO)
Uno puede encontrar en un texto cualquier cosa que uno lleve, si se para entre el texto y el
espejo de la imaginación. Puede que uno no se vea las orejas, pero están ahí.
Queremos compartir con uds. este pequeño relato y que pensemos cuántas veces nos comportamos como los animales del mismo.
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