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jueves, 8 de agosto de 2019

“Si tuviera que prohibir una droga, sería la marihuana porque destruye el cerebro”

Osmar Terra, médico neurólogo a cargo del Ministerio de la Ciudadanía de Brasil, afirmó que el gobierno de Bolsonaro le declaró la guerra a las drogas.
Guerra a la marihuana, internaciones “involuntarias” de adictos y tratamientos basados en la ciencia y en la fe son las fórmulas del gobierno de Jair Bolsonaro para combatir lo que califica como una epidemia de drogas en Brasil. El médico neurólogo Osmar Terra es uno de los comandantes de esa batalla. Gaúcho de 69 años, Terra maneja los mayores programas sociales del país, entre ellos el emblemático Bolsa-Familia, que beneficia a casi 13,8 millones de familias. Categórico, afirma en esta entrevista con Clarín que menos brasileños pasan necesidades hoy que cuando gobernaba Luiz Inácio Lula da Silva. Los programas del Ministerio de la Ciudadanía llegan a casi 36% de la población, de 210 millones de personas. Son 200.000 millones de reales (52.000 millones de dólares) por año para 76 millones de beneficiarios. Único ministro de Michel Temer (2016-2018) que mantuvo su puesto con Bolsonaro, Terra es un tenaz opositor a la despenalización del consumo de drogas. Su español fluido tiene acento argentino: en su juventud vivió y ejerció la medicina en la localidad bonaerense de Moreno. La corte suprema de Brasil podría tratar este año la despenalización del consumo de marihuana. Usted defiende políticas rigurosas. ¿Por qué las considera más efectivas? El consumo de drogas afecta mucho la salud pública. Fui ocho años secretario de Salud de Rio Grande en un período en el que explotó el consumo de paco. La dependencia química es una enfermedad del cerebro. De esto los defensores de la liberación de las drogas no hablan porque no saben. El estímulo repetido de la droga altera regiones del cerebro. Como saben los alcohólicos anónimos hace 100 años, hay que evitar el primer trago cada día. Lo mismo sirve para todas las drogas. Con políticas que faciliten el acceso a las drogas habrá más gente mentalmente enferma, que no pueda hacer nada más que drogarse. Los defensores de la despenalización afirman que por la extensión del consumo los países perdieron la batalla contra las drogas y que la despenalización reduce la violencia. ¿Por qué eso no funciona? El Estado perdió la lucha contra las drogas porque nunca hubo una política eficaz. Brasil tiene 30 millones de dependientes del alcohol y del tabaco. Hay ocho millones que consumen drogas ilícitas. Si se legalizan esas drogas el consumo aumentará. La marihuana es la droga que afecta el cerebro en mayor extensión. Más que la cocaína, más que cualquier otra droga. El mayor psiquiatra brasileño, Valentim Gentil, dice que si tuviera que prohibir una droga sería la marihuana porque destruye el cerebro. ¿Nuestros países enfrentan una epidemia de drogas? Ese es el concepto que aplica. El de epidemia. EE.UU. fue muy permisivo. Luego endureció las leyes y cayó el consumo. Uruguay liberó la marihuana y aumentó el número de homicidios. José Mujica decía que iba a disminuir la violencia. Ocurrió lo contrario. Admiro a Uruguay. Lamento que haya ido por ese camino. Tendrá que volver atrás. En los estados americanos donde se liberó la marihuana aumentó la violencia. En China el consumo es bajísimo. Visité centros de detención de adictos. En Indonesia hay pena de muerte para traficantes y el número de homicidios es bajo. Lo único que funciona es el rigor. Los gobiernos del PT (Partido de los Trabajadores) miraban la violencia con cara de paisaje. Estamos en un continente con una producción colosal de drogas y eso debería preocupar a todos. ¿Cuáles son los ejemplos de políticas exitosas? Cuando Nueva York endureció penas para quienes traficaban, los homicidios comenzaron a declinar fuertemente. Suecia y Japón son otros ejemplos. En Suecia hasta 1969 el uso de drogas era casi libre. Luego vino la prohibición y se enfrentó al delito. Suecia cerró cárceles por falta de presos. Otro ejemplo es Islandia. Estuve allí el año pasado. Hicieron una suerte de toque de queda. Ningún menor de 18 años puede estar en la calle de noche sin la compañía de un adulto. Argentina aprobó la Ley de Cannabis Medicinal. En Brasil hay reclamos de madres con hijos que padecen tipos raros de epilepsia para que se autorice su uso. ¿Cómo ve ese debate? Ahora se vende una nueva, que la marihuana es remedio. Pero no dicen que la morfina, que también es un remedio, viene de la heroína, de la amapola, del origen de la lidocaína. ¿Por qué no permitir entonces plantaciones generalizadas? Porque aumenta la oferta de drogas y el consumo. Esconderse atrás de las madres de esos chicos para decir que la marihuana es un remedio y que hay que liberar el cultivo es cobarde. Millones de madres perdieron sus hijos por las drogas. Están abriendo las puertas para que haya más. Su ministerio aumentó el financiamiento a las llamadas comunidades terapéuticas, muchas en manos de iglesias. ¿Brasil está poniendo la atención a los adictos en los cultos religiosos? Ejercí la medicina en hospitales católicos, religiosos. Todos los días había una persona rezando con un paciente que traté. Pensaban que la fe recupera. ¿Cuál es el problema con la fe? La propia sociedad se organizó para enfrentar eso porque el gobierno nunca le dio importancia. El área de salud mental del Estado hace más de 20 años trabaja sólo con políticas de reducción de daños porque ve a la droga como un derecho. ¿Pero son los cultos religiosos los que deben velar por los adictos? Si sos pobre, tu hijo se droga, no logra estudiar, trabajar, no hace nada. ¿Cuál es la primera persona que te va a aconsejar? El líder religioso. El padre, el pastor. Las iglesias empezaron a recibir una demanda cada vez mayor y montaron las comunidades terapéuticas. Eso no quiere decir que sólo trabajan con la fe. Trabajan con una metodología que da resultados. Hay una red de 2.000 comunidades terapéuticas que funcionan en iglesias, católica, evangélica, hasta espiritistas. Y hay algunas sin participación de religiosos. ¿Cómo las financian? Para las comunidades terapéuticas transferimos 1.100 reales (285 dólares) por mes por vacante. Lugar para dormir, tratamiento, alimentación, evaluación médica. Incrementamos este año el sistema, que fue muy combatido por la gente del PT, que defiende la liberación de las drogas. Las personas van a las comunidades terapéuticas para permanecer en abstinencia, no para convertirse en evangélicos o en católicos. Se tratan en base a la ciencia. ¿El gobierno de Bolsonaro está cambiando la concepción de los programas sociales que tenían los gobiernos del PT? Nos enfocamos en desarrollo humano. Es la educación que saca a la gente de la pobreza. Dar dinero no resuelve el problema. Vamos en dos frentes. Con el programa Criança Feliz, que atiende más de 700.000 niños en el período crítico de cero a tres años, y llegaremos a tres millones de chicos. Tenemos el Progresar (capacitación vinculada a necesidades de empresas) para los jóvenes de 18 a 29 años que ni estudian ni trabajan. Son 4,6 millones de ni-ni, el ejército de reserva del delito. Es un público clave para reducir la violencia. En el gobierno del PT hubo transferencia de ingresos sin propuestas de superación. Bolsonaro creó una polémica al decir que en Brasil no hay gente con hambre. Su ministerio tiene un registro con todos los beneficiarios de los planes. ¿Qué muestra esa información? Garantizo que había mucha más gente pasando necesidad con el gobierno del PT que con el nuestro. No hay hambre endémica en Brasil. Está la recesión, el desempleo, pero también una red de protección social increíble. Sólo pasa hambre quien no está en ningún programa. Y no existe hoy una familia que quiera entrar al Bolsa-Familia y no pueda. No hay fila para entrar. En el gobierno del PT siempre hubo fila. Nosotros la eliminamos.
A continuación la opinión sobre el tema del Staff Profesional de nuestra Fundación. Ya es algo muy repetido por nosotros, pero cada vez que aparece una nota como la que precede este comentario, no hay más opción que volver a reiterarlo: la prohibición es un hecho puramente arbitrario. Así en algunas culturas están permitidas sustancias que en otras no lo están, o en momentos históricos diferentes estuvieron prohibidas algunas que el sólo hecho de pensarlo en la actualidad nos daría risa, tal el caso de la yerba mate, que era vista (así como ahora lo es “la droga”) como algo demoníaco. Ahora bien, el Ministro de Ciudadanía de Brasil realiza algunas afirmaciones que al menos deberíamos poner en cuestión. Asegura que el haber legalizado la marihuana en nuestro país vecino de Uruguay hizo aumentar el número de homicidios. Si bien hay datos que corroboran esto, hubo un incremento en la tasa de criminalidad uruguaya desde 2013 (año en que se legalizó) a la actualidad, responden a que, tal como menciona un artículo de CNÑ, “El cannabis regulado parece haber obstaculizado el mercado negro, que fue uno de los principales objetivos de la legalización. Las cifras del IRCCA en mayo de 2018 indicaban que el 55% de los usuarios de marihuana participaban en el sistema regulado” Podemos pensar, entonces, que este aumento no se debe a que los consumidores por efecto de la sustancia dañina se convierten en potenciales homicidas (lo que podría traducirse de la expresión poco desarrollada del Ministro) sino a las luchas por el control territorial entre narcotraficantes que ven reducido el mercado tras la legalización. Algunos expertos como Ricardo Fraiman, asesor del Ministerio del Interior de Uruguay, plantea que este “estrangulamiento” del mercado ilegal de marihuana produjo más violencia entre las mafias, “a menos demanda más competencia por los clientes”. En la nota antes mencionada del 17 de septiembre de 2018 de la CNÑ (https://cnnespanol.cnn.com/2018/09/17/uruguay-el-primer-pais-en-legalizar-la-marihuana-esta-tomandose-las-cosas-con-calma/), Hannah Hetzer, gerente senior de política internacional de Drugs Policy Alliance, se expresa (podríamos decir que en disidencia con lo que se expone en la entrevista de Clarín) que el proyecto de la legalización en Uruguay está yendo bien “es demasiado pronto para hacer evaluaciones concretas ero el cielo no ha caído”. Otro dato interesante sobre la experiencia de nuestros vecinos uruguayos y que el Ministro brasilero pasa de largo es las trabas que encontraron a la hora de la legalización, ya que los bancos con sede en Norteamérica no permiten que sus filiales acepten cuentas que “involucren la fabricación, importación, venta o distribución de una sustancia controlada”. Curioso, ya que no fueron tan estrictos en la multa que le impusieron al HSBC por lavar dinero de cárteles mexicanos… Y yendo al país del Norte, son varios los estados que ya legalizaron esta sustancia, algunos sólo con fines medicinales, pero otros, tal el caso de Colorado, también su uso recreativo. En un artículo del New York Times del 2 de julio de este año (https://www.nytimes.com/es/2019/07/02/marihuana-legal-colorado/), se mencionaba que, tras 5 años de encuestas, contrario a lo que parece pronosticar la mayoría de la gente, la mayoría de los adolescentes (luego de la legalización) probaron marihuana, pero el 80% no la consume en la actualidad. “Las encuestas estatales muestran que el consumo entre adolescentes ha disminuido considerablemente desde que las ventas de marihuana medicinal se dispararon en 2009 y básicamente se ha mantenido estable desde la legalización completa”. O sea que no pareciera ser que como dice la nota “políticas que faciliten el acceso a las drogas habrá más gente mentalmente enferma, que no pueda hacer nada más que drogarse”, al menos no en la forma lineal que se plantea allí. Otro dato interesante de la nota del New York Times respecto a la experiencia de Colorado, es el tema de la relación con el delito. Allí señalan que los delitos menores relacionados con esta sustancia disminuyeron considerablemente, “aunque la división racial en los arrestos persiste”, las personas negras son detenidas por delitos relacionados a la marihuana a una tasa que casi duplica a los blancos. “El porcentaje de adolescentes arrestados por delitos relacionados con la marihuana ha caído en alrededor del 20% desde que Colorado votó a favor de legalizar la droga, aunque los jóvenes y adultos negros continúan siendo arrestados en índices mucho mayores que la población blanca o hispana de Colorado, según un informe estatal. En el 2017, las personas negras en el estado fueron arrestadas por delitos relacionados con la marihuana el doble de veces que los blancos, según la División de Justicia Penal de Colorado”. Estos datos, no sólo nos hablan de que la regulación de las sustancias no abren las puertas del infierno como mucha gente asegura, sino que sostener su prohibición sólo tiene otros fines que nada tienen que ver con el cuidado de la salud de las poblaciones, y el mayor de ellos es el control social. Control de unos Estados sobre otros y dentro de los países, de unas clases sobre otras. Y unas preguntas finales: si la marihuana destruye el cerebro, ¿cómo sobreviven los países árabes para cuya cultura es un hábito fumarla comparable al alcohol para nuestra cultura occidental?; si debemos cuidar la salud de nuestros cerebros ¿no deberíamos prohibir deportes como el boxeo? Son varios los estudios que demuestran daño cerebral tras años de recibir golpes en la cabeza; por no mencionar a la sustancia más extendida en su consumo y que tiene mayor índice de enfermedades asociadas y mortalidad, el alcohol.

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