Translate

jueves, 27 de diciembre de 2018

CARIBEÑOS INMIGRANTES EN EL CONO SUR.!!!

Artículo de Jorge Majfud .Después de la ola neoliberal de los 90, que prometió modernizar y terminar con la corrupción (de los neoliberales anteriores) en los países del Sur, y después que terminase, como suelen terminar estas promesas, “realistas y responsables”, en una catástrofe financiera, económica, y, sobre todo, social, Argentina y Uruguay desangraron una gran parte de sus poblaciones. En el 2002, casi no tenía compañeros de la universidad que no estuviesen planeando buscar trabajo en Europa o en Estados Unidos. La mayoría emigraron antes que mi esposa y yo. Por entonces, éramos profesionales jóvenes y de un día para el otro habíamos perdido nuestros clientes y en los trabajos públicos, como en mi caso en la educación, no era raro trabajar cinco o seis meses sin recibir un sueldo completo. Nuestra heladera era blanca por fuera y por dentro. No pocas veces, y por no recurrir, por dignidad, al auxilio de algún familiar o de algún préstamo, nos íbamos a dormir con el estómago vacío. Al igual que Argentina, Uruguay siempre fue un país de inmigrantes, con una fuerte conciencia personal y cultural de que nuestras raíces estaban en otros países lejanos. Pero por entonces, se había convertido, otra vez, en un país de emigrantes. Por algún tiempo, esta emigración masiva, aunque nada en comparación con los países centroamericanos, aparte de aliviar la presión social y económica de la desocupación, aportó millones de dólares en remesas que palearon en algo de la Gran crisis, detalle que hoy se encuentra totalmente en el olvido gracias a una larga prosperidad de más de quince años y una aún más larga campaña de descrédito político y olvido histórico. Uno se acostumbra rápido a cualquier mejoría. Desde hace por lo menos cuatro o cinco años, aunque en una escala menor, Uruguay ha vuelto a ser un país receptor de inmigrantes, sobre todo de algunos países andinos y de la región del Caribe. Aunque no masiva (como a principios del siglo pasado, cuando casi todos llegaban escapando de las tragedias y de la pobreza de Europa o de Medio Oriente) ahora muchos cubanos, venezolanos, dominicanos y de otros países tropicales han decidido emigrar a los inviernos fríos de Uruguay. Ese es el caso de Elizabeth, una madre dominicana que desde hace cuatro años envía parte de su magro salario a sus hijos en República Dominicana. El 4 de mayo de 2018, sus hijos tomaron un avión con una de sus amigas y llegaron al aeropuerto de Carrasco a la medianoche. Allí un funcionario observó que sus visas de entrada habían sido emitidas 63 días antes, es decir, estaban tres días vencidas, ya que la entrada debió realizarse dentro de los 60 días establecidos por la ley del país. Este funcionario, al parecer, desconocía la ley internacional, la misma que suelen desconocer los funcionarios de aduana en Estados Unidos y en varios países de Europa: nadie puede detener a un menor de edad en una frontera procedente de un país no limítrofe. Este tema ya lo analizamos años atrás con respecto a la crisis de 2014 en la frontera de México y Estados Unidos.
El funcionario de inmigración de Uruguay devolvió a los dos menores, de 13 y 16 años, a la República Dominicana. Con un sentido humanitario básico, el gobierno uruguayo revertió esa decisión, invitando a los dos adolescentes a volver al país para reunirse con su madre, la que no ven desde hace cuatro años. Como el gobierno teme la crítica de la oposición (algo para nada negativo), no se hizo cargo de los pasajes, lo cual tampoco hubiese sido absurdo (considerando que el error fue realizado por un funcionario del gobierno) sino que solicitó a la aerolínea que se haga cargo del costo, seguramente irrelevante para cualquier compañía aérea que suele volar con asientos vacíos. El hecho y la decisión del gobierno uruguayo desataron una ola de insultos racistas y xenófobos en la clásica sección al pie de página del principal diario conservador de ese país, es decir, en esas secciones frecuentemente cloacales que los diarios del mundo reservan como vomitaderas de las frustraciones personales de millones de individuos. Aunque, como lector, evito rigurosamente pasar del final de cada artículo, ya sea informativo o de opinión, para no encontrarme con los comentarios anónimos, por alguna razón terminé en esas redes subterráneas. En pocas palabras: por lo menos el noventa por ciento de estos comentarios eran abiertamente racistas y xenófobos. Ninguna sorpresa, ¿verdad? Lo mismo está ocurriendo con los inmigrantes haitianos en Chile. Demasiado negros y demasiado pobres como para no perder la paciencia y no sacar a relucir alguna buena razón de indignado –por razones equivocadas, claro. Me quedé reflexionando en este simple hecho. Normalmente les digo a mis estudiantes en Estados Unidos que, si bien en todos los países del mundo existe racismo y xenofobia, la diferencia significativa está en el grado de esas enfermedades humanas. Es muy difícil comparar el grado y la brutal historia racista de Estados Unidos con la de muchos otros países, como Uruguay y Argentina, por citar sólo dos ejemplos, donde el clasismo siempre fue más importante que el racismo. En esos países existe un racismo estructural, mientras que el racismo ideológico, más fácil de encontrarlo en Europa o en Estados Unidos, es mucho menor. En el Sur no tenemos fuertes grupos neonazis ni organizaciones como el Ku Klux Klan ni presidentes como Donald Trump, aunque tengamos otros líderes igualmente enfermos. Sin embargo, leyendo los pies de página de los diarios conservadores de Uruguay o de Argentina, cualquiera diría que el 95 por ciento de la población de esos países es racista, no sólo de forma inadvertida sino de forma totalmente consciente, es decir, racistas ideológicos. ¿Podría ser esta una conclusión razonable? Al menos que estudios serios en la materia me muestren lo contrario, yo diría que esta afirmación no tiene ningún sentido. ¿Entonces? Bueno, entonces la explicación es la misma que hemos sugerido para explicar las olas fascistas, racistas, xenófobas y nacionalistas en el mundo rico (ya no me atrevo a decir “desarrollado”): las nuevas tecnologías de las redes sociales, de la interacción anónima y directa han amplificado por mil, por millones lo peor de la naturaleza humana. No lo mejor. Aquellos que están en paz consigo mismos no se toman tanto tiempo tratando de escupir, vomitar y defecar en el muro del vecino. En su abrumadora mayoría, los comentarios anónimos y algunos no tan anónimos a pie de página, la mayoría de las reacciones que se ven en las redes sociales como si fuesen sustitutos de la antigua ingesta de alcohol (cuyas consecuencias no pasaban del ámbito doméstico) son millones de horas de trabajo gratuito de gente que se siente frustrada, desesperada, desesperanzada, desestimulada. Cada adjetivo denigrante, como el clásico estadounidense “loser” (“perdedor”), debe ser entendido como una profunda confesión psicoanalítica ante el espejo de quien lo escribe. ¿Alguien puede siquiera imaginar que esta práctica, que esta nueva realidad reproducida de forma exponencial no iba a tener una traducción social y política en cada país? ¿Alguien todavía se pregunta por qué este estado de fascismo e intolerancia que vive el mundo hoy? Sí, las utopías han muerto. Al menos por ahora. Viva la cloaca. * Escritor uruguayo, profesor en Jacksonville University, College of Arts and Sciences, Division of Humanities.
A continuación la opinión sobre el tema del Staff Profesional de nuestra Fundación. El escritor Jorge Majfud, uruguayo emigrado hace 15 años aproximadamente a los Estados Unidos, nos hace un aporte que creo que es en buena medida una análisis lúcido sobre lo que significa el "otro yo" de una sociedad como la uruguaya y también, por las comparaciones que hace y nombrándola, con la argentina. Para esto se basa en un fenómeno que todos podemos cuantificar de alguna forma, la creciente inmigración de personas proveniente del Caribe en un sentido amplio y que hoy forman parte de nuestro nuevo paisaje humano. La Argentina como el Uruguay han sido países receptores de emigración y eso les dio una característica de cierta similitud sobre todo en el ámbito rioplatense; el lugar donde se conformaron la amalgama italo-española como base, agregándole las otras cantidades de etnias y grupos provenientes de toda Europa que los terminaron de conformar. El análisis que hace el artículo, viene a cuento porque estas crecientes inmigraciones cercanas (en la Argentina nunca hubo un bache en materia inmigratoria, sobre todo de limítrofes), pero en Uruguay hubo en cambio una emigración masiva en la crisis habida desde los años finales de la dictadura hasta el comienzo del gobierno del Frente Amplio. Lo que importa de este artículo es el análisis respecto al inmenso por la dimensión que adquiere en las redes sociales, aunque tal vez no sea equivalente a su sumatoria de protagonistas, del anónimo militante de horas frente a la pantalla y el teclado dedicadas a ensuciar a insultar tanto a los migrantes, adjetivándolos de la peor forma, los gobiernos laxos que no controlan esta "peste" y las políticas públicas o los tipos de gobierno que favorecerían estas inclusiones no planificadas. El autor nos aclara que esto no es una cuestión ideológica tal como sería el racismo fuerte y enormemente arraigado, de Estados Unidos y ciertos países europeos. Estaríamos frente a otro fenómeno que tiene que ver con una dimensión estructural donde destaca que lo que identifica a la Cuenca del Plata es más el clasismo que el racismo. Pero lo que más importa en este artículo y creo que es el meollo del mismo, es el vómito a través de la red de trolls (esto lo agregamos desde aquí), y todos los opinantes a través de correos de lectores, cadenas de wasapp, las redes en general y todas sus variedades. Y lo que asusta y asombra es la capacidad de denuesto, denuncia ilegítima, acusaciones infundadas, insultos de toda laya, excrecencias de todo tipo y todos los etecétera que se nos ocurra. La cloaca resume el autor, creo que nos quedamos cortos, pero hay una posibilidad diferente. Estos medios potencian al infinito las opiniones de menos que en ese ámbito parecen más, lástima que crean tendencia. Agregaría, que es casi una obligación llevar la palabra e insistir una y otra vez en lo que son verdades, aunque lo infundado suele ser más argumento del ignorante.

viernes, 21 de diciembre de 2018

LOS MEJORES DESEOS PARA LA NAVIDAD 2018 AÑO NUEVO 2019.!!!!!

Aprender de ayer, vivir para hoy, esperanza para mañana. Lo importante es no parar de cuestionarse.-Albert Einstein.
Alberti 1093, C.A.B.A., 4941-04949/4943-7073. Argentina. fat-ong.blogspot.com

PSICOTERÁPIAS GRUPALES.

Artículo de Karina Elalle, Jerónimo Grondona y Marina Manté. Dentro del coronograma de actividades del Hospital de Día de Adicciones, los grupos terapéuticos (coordinados por profesionales psicólogos y psiquiatras con diferentes orientaciones teórica) son la única actividad que se realiza tres veces por semana. Los pacientes disponen de aproximadamente 60 minutos para reunirse e ir poniendo palabras, no solo a sus situaciones cotidianas con respecto a los vínculos y expectativas vitales, sino también los avatares de pertenecer a un grupo de personas que se encuentran y conviven en un espacio común, todos los días, con objetivos diferentes, entre ellos, trabajar sus consumos problemáticos.
¿Qué es un grupo?. La sociedad está formada por grupos de todo tipo: el grupo familiar, el grupo escolar, el grupo de trabajo y toda clase de grupos sociales. Básicamente, podríamos definir a los grupos de personas unidos por la tarea como una pluralidad de individuos que se relacionan entre sí, con un cierto grado de interdependencia y dirigen su esfuerzo para la consecución de un objetivo común. Por otro lado, señala Fernández (1988), un grupo implica un campo de problemas, ya que los múltiples atravesamientos que se generan en lo grupa son inabordables desde una única disciplina. Estos atravesamientos están relacionados con las diversas inscripciones deseantes, institucionales, históricas, sociales, políticas, etcétera. Por lo tanto, es preciso abordar la teorización sobre los grupos desde la transversalidad, lo que implica abordar el campo teórico desde su complejidad. Para Fernández, existiría la noción de una mentalidad de grupo. “Cuando los seres humanos viven y actúan en grupos, surgen “fuerzas y fenómenos” que siguen sus propias leyes y que no pueden ser descritos en términos de las propiedades de los individuos que los componen” (Fernández, 1988). Según Durkheim (1895, p. 156) “Las mentalidades individuales, al formar los grupos, originan un ser que constituye una individualidad psíquica de una nueva índole”. De acuerdo a lo que postulan ambos autores, podría considerarse al grupo como una entidad distinta de la suma de los individuos que lo conforman. Corrientes en Psicoterapia Grupal. La psicoterapia de grupos fue creada por Joseph Pratt en 1905; él comenzó a impartir un sistema de “clases colectivas” a pacientes tuberculosos durante su internación hospitalaria, con el fin de acelerar su recuperación física. Los grupos estaban compuestos por unos veinte pacientes y en un comienzo eran muy similares a una clase. El médico, coordinador del grupo, asumía el rol de una figura paternal idealizada. Edwuard Lazell, en 1918, tomó el método de Pratt para aplicarlo a sujetos con patología psicótica (cuadros esquizofrénicos o de psicosis maníaco-depresiva) y también a aquellos soldados que regresaban de la guerra. Los grupos se llevaban a cabo en el Hospital St. Elizabeth de Washington D.C. (EE. UU.). Lazell se sirvió también de otras corrientes teóricas para nutrir su práctica clínica, al tomar nociones del psicoanálisis, como la existencia del contenido latente y manifiesto, pensar al grupo como totalidad e incluir a familiares de los pacientes en el trabajo grupal. Fue el primer profesional en acuñar el término “análisis de grupo”. Grinberg, Langer y Rodrigué (1957) han desarrollado una sistematización de la historia de los grupos terapéuticos, agrupándolos en cuatro corrientes terapéuticos. Ellos denominan “terapias exhortativas paternales que actúan “por” el grupo” a las que siguen el modelo de Pratt, ya que se caracterizan por la presencia de un líder fuerte, con características paternales, que busca que afloren las emociones colectivas para influir sobre sus integrantes, pero sin la intención de comprender esas emociones. El grup es considerado un recurso económico, ya que permite atender a un número importante de pacientes simultáneamente, para lograr el objetivo d acelerar la recuperación física y la externación hospitalaria. A partir de esta primera corriente de psicoterapia grupal, se han diferenciado “terapias que actúan “por” el grupo con estructura fraternal”. En este caso, el dinamismo es análogo: incitar y canalizar emociones colectivas en grupos solidarios; el tipo de relación entre el grupo y el terapeuta es, sin embargo, diametralmente opuesto al ejemplificado por Pratt. En lugar de idealizar al terapeuta, esta corriente estimula una fraternidad que busca la máxima homogeneización de sus miembros, disminuyendo por lo tanto el liderazgo al mínimo (Grinberg, Langer y Rodrigué, 1957). Una tercera corriente dentro de las terapias colectivas, inspirada en el psicoanálisis, tiene como exponentes a S. R. Slavson y Paul Schilder. Estos autores denominan a esta corriente “terapia interpretativa individual “en” el grupo”, ya que se introduce la interpretación psicoanalítica en la situación grupal, lo que posibilita un cambio radical respecto de las anteriores corrientes. Ella habilita la modificación de la dinámica del grupo, la transformación de su estructura y la comprensión de lo que allí acontece. Sin embargo, se realiza una transpolación directa de la técnica de la interpretación desde el psicoanálisis tradicional hacia la situación grupal, por lo cual la misma recae sobre los miembros individuales y no sobre el grupo. Por último, la “técnica interpretativa “de” grupo” toma al grupo como el fenómeno central y el punto de partida de toda interpretación. Este es considerado como una totalidad, por lo cual cada uno de sus miembros se verá influido por su participación en esa situación colectiva y por lo que allí se interprete y suceda. El Grupo Psicoterapéutico. En principio, un grupo psicoterapéutico es el que tiene por tarea ayudar a resolver las problemáticas personales e interpersonales de todos sus integrantes o de algunos de ellos. En palabras de Yalom (1996): La psicología de grupo es la aplicación de técnicas psicoterapéuticas a un grupo de pacientes. (…) En la terapia de grupo (…) tanto la interacción paciente-paciente como la interacción paciente-terapeuta, tal como sucede enel contexto del encuadre de grupo, se utilizan para efectuar cambios en la conducta inadaptada de cada uno de los miembros del grupo. En otras palabras, el grupo mismo, así como la aplicación de técnicas específicas y la realización de intervenciones por parte del terapeuta cualificado, sirve como instrumento de cambio. Esta característica otorga a la psicoterapia de grupo su excepcional potencial terapéutico (Vinogradov y Yalom, 1996). Diferentes Grupos Terapéuticos. Podemos mencionar diversas clasificaciones de grupos terapéuticos. De acuerdo con su constitución, los grupos pueden ser homogéneos o heterogéneos. Los homogéneos están conformados por integrantes que comparten ciertas similitudes, en torno a algunos factores, como ser la edad, el sexo, el estado civil, la personalidad, el diagnóstico y la problemática que presentan. Los grupos heterogéneos están compuestos por miembros entre los que no se busca intencionalmente que compartan algunas características; esto no implica que haya ausencia de un criterio de selección de los integrantes. Es necesario contemplar el objetivo del grupo, las necesidades específicas de un determinado grupo y las características (personalidad, diagnóstico) de sus integrantes para definir la composición del mismo. De acuerdo con su funcionamiento, los grupos pueden ser abiertos, cerrados o abiertos, pero con acceso restringido. Llamamos grupo “abierto” al formado por una cantidad de integrantes que varía frecuentemente, sea porque algunos lo abandonan de tiempo en tiempo o porque ingresan a él otros miembros. El grupo “cerrado” es aquel que desde su inicio hasta su finalización conserva su estructura, es decir que está conformado por los mismos integrantes desde el comienzo y no admite el ingreso de nuevos miembros. El grupo “abierto, pero con acceso restringido” es aquel que posibilita el ingreso de nuevos miembros, pero sólo en ocasiones particulares y planificadas.
Cómo se Conforma un Grupo Psicoterapéutico de Adicciones. El equipo tratante. El equipo tratante de un grupo está compuesto en general por dos o tres integrantes, de acuerdo a las necesidades, las posibilidades y al número de pacientes. No es recomendable que un solo terapeuta coordine un grupo, ya que los procesos individuales son muy complejos y los grupales también, por lo que una sola persona no podrá estar atenta al proceso grupal y a los individuales en forma simultánea. Dos terapeutas tampoco podrán poner su atención en todos estos procesos, pero con seguridad su mirada será más abarcativa. Además, el grupo puede llegar a adquirir un gran poder, por lo que es necesaria la presencia de un equipo terapéutico fuerte para contrarrestarlo y mantener el control, de modo tal de favorecer el cambio y evitar efectos no terapéuticos o incluso iatrogénicos del grupo. Sin embargo, que existan varios terapeutas en un grupo no significa que todos tendrán el mismo rol ni que intervendrán de la misma manera. Habrá que diferenciar roles y responsabilidades dentro del equipo tratante. Los roles posibles son: • El terapeuta El terapeuta es, en general, el responsable principal del grupo. Él toma las decisiones y fija los objetivos para cada paciente junto con él y, aunque lo haga considerando las opiniones de sus colegas, las disposiciones últimas y las responsabilidades principales pasarán por él. También es quien define las nuevas incorporaciones y es el referente principal de los pacientes. Habitualmente, es el profesional más involucrado con el grupo. Su rol principal consiste en estar atento a todos los procesos grupales que se den en la sesión, y él decide hacia dónde se orientará cada encuentro. No prestará especial atención a los procesos individuales: estará focalizado en la dinámica del grupo e intentará percibir cómo está el clima grupal a cada momento y qué es necesario hacer para sostenerlo o modificarlo. Esto no quiere decir que el terapeuta controle todos los procesos grupales, ya que ningún integrante del grupo tiene este niel de control. Hay procesos que surgen espontáneamente y la tarea consistirá en canalizarlos positivamente hacia alguno de los objetivos del grupo. • El coterapeuta El coterapeuta es el compañero principal del terapeuta en el momento de la sesión. No tiene la última palabra en las decisiones, pero es necesario que se preocupe por comunicar al terapeuta todas sus opiniones. No realizará tantas intervenciones como él, pero tiene el uso de la palabra y puede utilizarla cuando lo crea necesario. El coterapeuta no está preocupado por seguir la dinámica grupal, aunque obviamente estará pendiente de ella e incluso, al no tener la necesidad de intervenir tanto como el terapeuta, su visión del grupo resultará más abarcativa (puesto que puede jugar con las distancias, involucrándose e interviniendo o quedándose en un segundo plano), lo que le otorga otro nivel de comprensión de los fenómenos grupales. Durante la sesión, el coterapeuta se focalizará en los procesos individuales de cada paciente. Puede suceder que mientras alguien habla y centraliza la atención del grupo, otro paciente se angustie o se siente enojado. Por estar focalizado en la escena principal del grupo, es probable que el terapeuta no note esta situación, en cambio el coterapeuta, al detectarlo, podrá intervenir. • El observador Muchos grupos funcionan sin esta tercera pata del equipo terapéutico. Sin embargo, la figura del observador es muy relevante y, siempre que sea posible, es necesario incorporarlo. La característica más importante de este rol es que es mudo: el observador no habla durante las sesiones. Sólo está habilitado para hacerlo en los saludos iniciales y finales de cada sesión (por cortesía hacia los pacientes), pero apenas todos se acomodan ya no puede emitir palabra. Su figura se hace difusa apenas se inician las interacciones. Tiene un rol fronterizo, puesto que está dentro y fuera del grupo a la vez: está dentro, pues los pacientes lo reconocen como un integrante del equipo pero, al mismo tiempo, está fuera, porque no da nada de sí mismo al grupo más que su presencia. Al negársele la palabra, tendrá una visión global del conjunto: terapeuta, coterapeuta y pacientes. Esto le da la posibilidad de percibir la gestalt grupal y, a su vez, de focalizarse sobre pequeñas reacciones de cada individuo, tal vez imperceptibles para los terapeutas. El observador puede y debe tomar notas de los diferentes momentos por los que transcurre cada sesión. Su rol cobra especial relevancia al finalizar el grupo, cuando los pacientes ya se han ido, ya que en la reunión posterior a la sesión, el observador deberá expresar a los terapeutas todas sus impresiones acerca de lo sucedido. Uno no toma dimensión de la importancia de estas opiniones hasta que no coordina un grupo en donde el equipo cuenta con un observador sagaz. Debido a que este no tiene la presión ni la responsabilidad de llevar adelante cada sesión, es que su observación es más desprejuicida y realmente puede ser muy enriquecedora a la hora de pensar el trabajo que se está realizando. Sólo hay una situación en la que podría llegar a pensarse en una intervención directa al grupo por parte del observador, y es si se requiere una maniobra fuerte que conmueva al grupo para buscar algún objetivo particular o en base a algo sucedido de mucha gravedad, como la muerte de algún integrante o algo similar que necesite de un ritual de grupo para ser superado. En caso de que el observador hable, no podrá interactuar con los pacientes; lo más indicado es que sólo haga una devolución al grupo acerca de algo que cree que está pasando o de cuál es su sensación respecto del clima grupal y por qué cree que sucede (especialmente si el grupo atraviesa un estado emocional muy intenso). No es bueno que sea enigmático, sino más bien directo, y su intervención no puede de ninguna manera transformarse en un recurso más frecuente. A lo sumo, el observador hablará una o dos veces en el año. Su intervención no podrá ser azarosa: estará planificada previamente por el equipo tratante. Deberá sorprender y provocar a los pacientes, y no al equipo. Es preciso, además, que los profesionales que coordinan el grupo mantengan una distancia en relación a lo que en él se trabaja, a fin de que las intervenciones y comentarios tiendan a relanzar el proceso terapéutico de la dinámica grupal, libre de cualquier influencia propia que pudieran ejercer los terapeutas. Así como ocurre en el análisis individual, son necesarias la neutralidad y la abstinencia para que el profesional se mantenga libre de preceptos morales, ideológicos y de otra índole. En la psicoterapia grupal también es un requisito que existan tales premisas (neutralidad y abstinencia), a fin de permitirle al terapeuta pensar sus intervenciones en función de los sujetos que en ese momento se encuentran en el grupo y orientar la dinámica grupal a partir de las inquietudes que ellos mismos vuelcan ahí. Por Qué Tratar las Adicciones en Grupo A lo largo de la historia se ha ido instalando la modalidad grupal como herramienta terapéutica para el tratamiento de personas con consumo problemático de sustancias. Grupos como Alcohólicos Anónimos o el Grupo de Oxford se consideran pioneros en lo que hace a este modo de abordaje. Si bien a lo largo del tiempo las características de estos grupos terapéuticos han ido diversificándose y aparecieron nuevos modos de concebir estas dinámicas, lo grupal se ha ido instituyendo hasta conformar hoy en día la modalidad terapéutica por excelencia en el abordaje de los consumos problemáticos. Podría pensarse que en esto han confluido diversos aspectos que caracterizan a los grupos terapéuticos. Ya sea por el conglomerado de representaciones imaginarias que van consolidando una estructura común entre los miembros del grupo en tanto red de identificaciones que los cohesiona en una matriz grupal, la transferencia que se genera en esta red que permite la dialéctica grupa o el código común compartido entre los miembros del grupo que crea las condiciones para arribar a un “nosotros”, generando la pertenencia al grupo y a la institución en la que este se desarrolla. Recapitulando, sostenemos que el tratamiento grupal en el abordaje de los consumos problemáticos es el más adecuado para muchos pacientes:  Por las recaídas. A pesar de que no nos consideramos dentro del grupo de profesionales abtencionistas, y no ponemos el acento en el objeto droga, sino en el sujeto, las recaídas suelen conmover a los integrantes del grupo. El grupo ofrece una situación única para el trabajo de las recaídas. Cuando un paciente refiere una en ese contexto, es la oportunidad de trabajar no sólo con él sino con todo el grupo acerca de este tema. Las denominadas recaídas de los compañeros generan en los demás muchos sentimientos diferentes. Esto proporciona una movilidad emocional que permite un clima de trabajo intenso y muy productivo para los pacientes.  Por las mejorías. Las mejorías de algunos pacientes estimulan la motivación de los otros, favoreciendo la adhesión al tratamiento.  Por los fenómenos de identificación. Los pacientes que consumen sustancias suelen tener una gran capacidad de identificación con otros que también tienen una problemática de consumo, por lo que este es un fenómeno bastante común en los grupos que funcionan bien. La palabra de los compañeros a veces llega a tener más valor que la del terapeuta mismo y esto se debe a la intensa carga emocional que los pacientes despliegan en el grupo al compartir sus problemáticas con los demás.  Porque el grupo arma red. La fuerza de un conjunto de personas que comparten objetivos generales afines es muy grande y esto permite que los pacientes se apoyen y se den ánimo unos a otros. A su vez, observar el compromiso de los integrantes del grupo con el proceso terapéutico ayuda enormemente al resto.  Porque el grupo favorece y acelera los cambios cognitivos necesarios para llevar exitosamente el tratamiento.Porque el grupo se constituye como un referente de la recuperación y puede ser evocado en los momentos críticos.Porque el compartir un espacio con otras personas en tratamiento favorece el aprendizaje de herramientas y conductas que le permiten a los pacientes utilizarlas en momentos de crisis. En el grupo, los pacientes suelen transmitirse entre sí distintas maneras de evitar las recaídas (o cómo lidiar con cualquier otro problema) y esto es muy efectivo, ya que al ser otra persona que padece la misma problemática quien transmite una enseñanza, quien la recibe está mejor predispuesto para ponerla en práctica en su vida cotidiana. Además, muchas veces la palabra del terapeuta es cuestionada, puesto que en el imaginario del paciente, él nunca consumió y no puede entender exactamente cómo se siente alguien con ese problema. En cambio, los pacientes suelan recibir con bastante apertura las sugerencias de sus compañeros. Diferentes Tipos de Grupos para el Tratamiento de las Adicciones A lo largo de la segunda mitad del siglo XX y la primera década del siglo XXI se han creado varios dispositivos grupales diferentes para el tratamiento de las adicciones. Estos varían de acuerdo a la cantidad de integrantes, de reuniones, de coordinadores, el lugar donde se realizan los encuentros, la forma en la que se permite hacer uso de la palabra, la presencia o no de profesionales especializados, loa presencia o no de “adictos recuperados” como operadores terapéuticos, las reglas de comportamiento, los objetivos, etcétera. Ellos son: grupos de Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos; grupos en comunidades terapéuticas; grupos de Hospital de Día, grupos de familiares y grupos de ambulatorios coordinados por terapeutas. Bibliografía Durkheim, E. (1895). Las reglas del método sociológico. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica. Fernández, A. M. (1988). El campo grupal. Notas para una genealogía. Buenos Aires: Nueva Visión. Grinberg, L.; Langer, M. y Rodrigué, E. (1957). Psicoterapia de grupo. Buenos Aires: Paidós. Kaplan, H.; Sadock, B. (1996). Terapia de grupo. Buenos Aires: Editorial Médica Panamericana. Torres, L. (2007). Los grupos Oxford y la Comunidad de Alcohólicos Anónimos. En Consejo Estatal contra las Adicciones. Santiago de Querétaro: Anudando. Vinogradov, S. y Yalom, I. D. (1996). Guía breve de psicoterapia de grupo. Barcelona: Paidós. *Capítulo del libro “El dispositivo del Hospital de Día en Adicciones. La subjetividad y la intersubjetividad en la clínica” Alberto Trímboli (dir.)

viernes, 14 de diciembre de 2018

" ES UNA LOCURA CRIMINALIZAR AL ADICTO A LAS DROGAS, NECESITA TRATAMIENTO MÉDICO Y NO IR A LA CÁRCEL ". Dra. NORA VOLKOW

Lo dijo a Infobae la destacada neurocientífica Nora Volkow, especialista en el estudio del abuso y consumo de drogas y su relación e impacto en el cerebro. Visitó Buenos Aires para dictar una conferencia magistral y recibir el doctorado Honoris Causa de la Universidad del Salvador, y compartió la relevante experiencia al frente del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA), considerado el think tank más importante del mundo de desarrollo, investigación y financiamiento de estudios poblacionales sobre drogadicción.
Los científicos y expertos que se ocupan de las enfermedades de alto impacto social como son las adicciones a las drogas consideradas legales -como el tabaco y alcohol- o las ilegales – como la cocaína, marihuana, opiáceos, heroína, drogas sintéticas, entre otras- o las enfermedades infecciones – como el HIV/SIDA- o las enfermedades no transmisibles – como la diabetes- están muy ocupados y a la vez preocupados. Esa incumbencia inherente a la ciencia que es desarrollar una dimensión humana y social de las enfermedades, en todos los casos enumerados se vuelve imprescindible. La ciencia no tiene tiempo para perder y necesita interpretar cada vez con más asertividad los cambios y la vorágine de las sociedades modernas. Si la ciencia no logra intervenciones transformadoras en la vida de las personas ¿ para qué sirve entonces?, se preguntó sin vueltas en su paso por Buenos Aires la destacada médica psiquiatra y neurocientífica Nora Volkow, especialista en el estudio del abuso y consumo de drogas y de su efecto en el cerebro humano. Volkow además de ser una probada mente brillante de dimensión global es desde el 2003, la directora del Instituto Nacional sobre el abuso de Drogas (NIDA , según sus siglas en inglés), en Estados Unidos, un verdadero think tank , una usina de investigación, pensamiento y estudio sobre el abuso y consumo de drogas y su relación con el cerebro. Además el NIDA financia los más relevantes estudios poblacionales en todo el mundo para encontrar evidencia científica sólida y acumulada sobre cuál será el mejor camino para tratar las adicciones. La visita -que no es la primera- de la doctora Volkow a la Argentina se realizó en el marco de una jornada científica organizada por la Facultad de Medicina de la Universidad del Salvador , "Estrategias para el control de enfermedades de alto impacto social". Para agregar aún más estelaridad participó como conferencista, entre otros destacados, el doctor Julio César Montaner, director del Centro para la Excelencia en VIH-SIDA de British Columbia, Canadá, y considerado el pionero y factótum del control de la epidemia en el mundo entero del HIV-SIDA con el descubrimiento del cóctel de fármacos combinados, presentado en el mítico Congreso de Vancouver de 1996; cuando se logró cambiar el rumbo de la epidemia de HIV hasta hoy. Entre México y EEUU, las adicciones Entre las obsesiones académicas de la doctora Nora Volkow figura el uso problemático de sustancias psicoactivas y de las adicciones. Volkow nació y se recibió de médica en México con medalla de honor por ser la mejor estudiante de su generación. Habla un español perfecto. Desde la Escuela de Medicina de la Universidad Estatal de Nueva York, Volkow inició una serie de investigaciones que innovaron el camino del estudio de las adicciones a través de las tomografías. Y fue pionera en el uso de neuroimágenes y pruebas de medicina nuclear para investigar los efectos y las propiedades adictivas del abuso de drogas. Nora Volkow hoy es considerada la neurocientífica más prominente del mundo en el estudio del abuso de sustancias y su relación con el cerebro. El trabajo de Volkow ha sido fundamental para demostrar que la drogadicción es una enfermedad del cerebro humano. Como investigadora psiquiátrica y científica, sus estudios han documentado los cambios en el sistema de la dopamina que afectan las acciones de las regiones frontales del cerebro involucradas en la motivación, el impulso y el placer, así como la disminución de la función de la dopamina en el cerebro que se da con la edad. En diálogo exclusivo con Infobae la doctora Nora Volkow desarrolló con exquisita claridad su abordaje sobre la llamada neurobiología de las adicciones. – Doctora Volkow, ¿de qué se trata la llamada neurobiología de las adicciones? Nora Volkow: La mejor manera de explicarlo es comprender que básicamente las drogas "toman el control" sobre los sistemas que la naturaleza del individuo desarrolló para motivar sus emociones, a través del placer y el dolor. Cuando se desarrolla una conducta que te lleva a una sensación placentera se genera una memoria inmediata que dura bastante tiempo. Es una memoria casi automática, diferente del tipo de memoria que normalmente tenemos cuando aprendemos. Las drogas lo que hacen es activar ese sistema de memoria inmediata y lo hacen de una manera más eficiente que los procesos naturales, como comer o tener sexo. Es una memoria que se encuentra en las partes emocionales del cerebro humano (sistema amigdalino); diferente al de las partes corticales, y motivan tus acciones (el "craving", el deseo o el ansia que se activa cuando se consume drogas). -Otro concepto importante que usted introdujo es dimensionar la vulnerabilidad genética de un individuo, para comprender por qué algunas personas están más predispuestas que otras a "caer" en una adicción… Volkow: Algunos pueden y son las llamadas "personas protegidas" y otros no pueden, y son las "personas vulnerables", dijo. La gran motivación que genera la droga – que te hace un esclavo de ella- normalmente activa a su vez procesos para compensar, como la capacidad cognitiva, y que te ayuda a decir: "Esto se me antoja muchísimo, pero no debo hacerlo". emociones y deseos, también son degradados. Entonces se activan dos procesos, que incluso chocan uno con el otro: por un lado, la actividad exaltada de la motivación y por el otro, el no funcionamiento de las zonas corticales que normalmente nos permiten autoregularnos. – ¿Cómo se fortalecen estos mensajes en tiempos en donde la despenalización del consumo de las drogas en general y de la marihuana en particular gana la calle? Usted como científica, ¿tiene una posición tomada al respecto? Volkow: Hemos cuestionado mucho la idea de que en realidad las adicciones son culpa de la persona que se vuelve adicta. Esto no es así. Es una locura criminalizar al adicto, necesita tratamiento médico y no ir a la cárcel. “También hay que advertirles a los jóvenes que la marihuana es muy dañina para el desarrollo normal de su cerebro. El cerebro de una persona que usa marihuana envejece más rápido”.
Lo primero que la doctora Volkow deja en claro es que alrededor del globo y también en la Argentina, el principal problema es la adicción a las drogas consideradas legales, como el alcohol y el tabaco, que encabezan las cifras de mortalidad. La adicción a las drogas es una enfermedad médica, no muy diferente a tratar la diabetes o la hipertensión. Entonces, no se justifica la criminalización de la persona que es un adicto. Cuando a una persona que es adicta se lo mete en una prisión por sus adicciones, lo que hacemos básicamente es aumentar el riesgo de esa persona. Hacerla aún más vulnerable. No tiene sentido poner a alguien en prisión por el uso de drogas. – No cree usted que el problema de las adicciones, entendido como un tema médico-científico integral todavía no está del todo entendido y se sigue cayendo sobre el adicto… -Volkow: Desgraciadamente todavía se sigue criminalizando mucho a la persona adicta, y existe muchísimo estigma a pesar de que se oye más la narrativa de que las adicciones son enfermedades del cerebro, pero lo que no está sucediendo con esas narrativas es el cambio de las estructuras sociales que te permitan tratarlo como un problema médico. Según Volkow, Estados Unidos enfrenta hoy un gran problema de consumo y adicciones a los opioides, un drama social grave y urgente. Cada 15 minutos muere alguien por sobredosis. Agregó Volkow a Infobae: "A causa de la terrible epidemia que tenemos en los Estados Unidos, donde está muriendo gente por sobredosis cada 15 minutos, esto hizo entender a la sociedad que la manera como tratábamos a las adicciones en el pasado no funcionaba y que habrá que cambiar. Esta epidemia tan terrible y trágica que estamos viviendo está acelerando la capacidad de entender finalmente que el sistema médico debe estar involucrado en el tratamiento de las adicciones". Consumidores millennials y los tres retos – Cómo analiza el caso argentino: entre los jóvenes under 25 crece el llamado policonsumo de drogas a edades cada vez más tempranas. En los segmentos socioculturales más bajos se consumen drogas de baja calidad, como el PACO. Y los jóvenes urbanos de estratos medios eligen las drogas sintéticas… Volkow: Globalmente hay una tendencia a disminuir la edad en la que la gente está expuesta a drogas. Sobre las drogas , hay que connotar que dos de las drogas más importante, son el alcohol y el tabaquismo. Sobre las drogas ilícitas -curiosamente- en Estados Unidos no estamos viendo que haya un ingreso temprano en la edad, en la cual los chicos están empezando a consumir drogas. Lo que sí estamos viendo sin embargo es algo muy significativo en el pasaje de las drogas de la adolescencia a la vida adulta temprana, es ahí donde se disparan las cifras de consumo. Continúa Volkow a Infobae: El uso de la marihuana, de los opiáceos, de la cocaína, de las meta-anfetaminas son drogas que aparecen en el momento de la transición de la adolescencia a la juventud. Así ocurre este fenómeno en Estados Unidos. A continuación la opinión sobre el tema del Staff Profesional de nuestra Fundación. a) La Dra. Volkow es sin duda una persona experimentada que ocupa hoy un lugar importante dentro de la administración norteamericana en el campo preventivo. Su currículum es muy significativo. b) lo más importante de todo lo que nos comenta, luego de recibir dos respectivos Honoris Causa, de la UBA (la universidad más importante del país y que ranquea entre las 100 más representativas) y la USAL. Eso significa lo que se le reconoce a la dra. en nuestro país respecto de sus investigaciones y acertos. En ese sentido y bien desde el lugar médico, un puesto central desde el modelo médico sanitario nos asegura en concordancia con el mismo, que un adicto es un enfermo sin más vueltas. c) la Dra. afirma y esquiva con esto las preguntas capciosas en el sentido del riesgo de la despenalización de determinadas sustancias, que el adicto siendo enfermo no puede ni debe ser incriminado por serlo. Daría la impresión que esta profesional tiende a moverse mejor entre la aceptación de que el fenómeno existe y el hecho que debe tratarlo en tanto médica que es. d) tal vez el defecto de este discurso, es olvidar que las adicciones tampoco son un problema exclusivamente médico, porque amén de los rastros biológicos de la misma, están los signos de los antecedentes de cada persona, incluyendo a los adictos; sus condicionantes o sea el importante y amplio campo de su familia o red de afectos inmediatos, su medio instituciones, ámbitos de referencia y amigos, es decir los lugares donde se mueve una persona y las influencias de su medio social y cultural; y finalmente sus desencadenantes o sea los daños a la superestructura de cada quien, que pueden desembocar en una adicción como en otro tipo de sintomatología como ser pérdidas afectivas, laborales, ambientales, padecimiento de catástrofes o hechos insólitos, etc. e) otra cuestión es acotar el discurso de esta eminente investigadora al hecho que sabemos mucho en realidad de las adicciones pero no tomamos en cuenta todas las variables que hay que incluir. De tenérselas en consideración, seguramente no tendríamos que afrontar números significativos de estos comportamientos. f) por último, debemos aclarar que esta nueva epidemia de opiaceos (morfina, heroína, codeína, novocaína, etc) se debe mucho al hecho que tanto dentistas como médicos generales y especialistas, han estado recetado a pasto opiaceos en dosis importantes para palear el dolor o evitarle a las personas otros sufrimientos que son más problemas de los sentimientos que de las enfermedades propiamente dichas. Al expedirse millones de recetas y en forma innecesariamente alta, los pacientes cuando el médico daba por terminado el tratamiento, muchas veces ya tenían un determinado grado de adicción, toda vez que recordemos, los opiaceos suelen ser muy adictivos en el orden físico no solamente psíquico. Los pacientes al no poder acceder a nuevas dosis dadas por el profesional comenzaban a circular en el ámbito de la calle, obteniendo distintos tipos de productos que resultaban opiaceos de mala calidad y mayores riesgos por lo tanto. Aquí está el origen de la nueva epidemia de opiaceos en ese país y poco ha tenido que ver con el narcotráfico y sí más con el farmacotráfico. También entre nosotros, si bien la periodista se refirió al consumo de drogas sin especificar cuáles mezcladas con alcohol como forma de intoxicación severa aquí en la Argentina, habría que señalar que la mezcla se hace sí, pero no con drogas prohibidas, sino con drogas permitidas como psicofármacos y psicotrópicos. El mayor problema de las guardias que atienden intoxicados en todo el país o de los sistemas de terapia intensiva, emergentología, etc. es los jóvenes que consumen esas mezclas entre el viernes por la noche y el domingo por la madrugada. He ahí nuestro principal problema de riesgo y sobredosis sin ninguna duda.

martes, 4 de diciembre de 2018

ACERCA DE LAS FRUSTRACIONES.!!! ( PARTE II )

Artículo del Lic. Alberto Calabrese Sociólogo. Asesor Institucional del Fondo de Ayuda Toxicológica. Director de las Carreras de Postgrado de la UBA y de la U. N. de Tucumán. . ¿Que podríamos decir acerca de este supuesto destino manifiesto? O sea deberíamos saber cómo un sesgo de la vocación de ocultar, tal como resulta pensar que el sentimiento del conflicto resuelve situaciones complejas, que obtiene ese respaldo por parte de amplios sectores de la población en cualquier lugar y situación posible en el mundo. Habría que aventurar porque sucede una situación como ésta. Podríamos afirmar que la violencia y su mandato, tan viejo como la evolución de la especie humana y en sociedades en las cuales donde se ha manejado esto por décadas, continúa teniendo muchos adeptos. En ese caos, se podría afirmar que más de una persona se siente obligada y contenta, por la disolución de los condicionamientos que impone una sociedad normatizada. Naturalmente esto sucede cuando los cultores de razonamiento simple y la respuesta inmediata y casi sin cuestionamiento, resultan en la producción de un hecho violento, que reemplaza a las palabras y a cualquier tipo de escalonamiento moderador. Es más, cuando se suceden hechos de violencia sostenidos, incluso se comienzan a resolver conflictos menores con la misma metodología, aunque su motivación sea diferente a la del conflicto central que se desarrolla. Hay que tener en cuenta esta característica, porque deforma cualquier tipo de cuestionamiento de escala simple, media o amplia, en algo que termina de igual manera que el conflicto principal o sea violentamente y se justifica por los hechos que le dieron base y sustento, por ejemplo enfrentamientos entre vecinos o pequeños grupos. Otros aspectos contributivos a la situación paradojal que se vive, es la globalización real o insinuada que en el área que nos ocupa, ejemplifica los niveles crecientes no solo de formas del intercambio comercial y financiero, sino también de experiencias y procederes propios de los grupos del crimen organizado o de los grupos de poder que se mueven con reglas a la vera de la ley, como ser elementos militares o policiales con actuaciones por fuera del ámbito del ejercicio legal, o grupos cercanos a ese poder, con formas y procedimientos militares o policiales , constituyéndose en los “para” tanto de unos como de otros. En estos casos está claro que la violencia y su ejercicio, aún con sus conocidos déficits, deja de ser un patrimonio del Estado. Hay que reconocer también, que éste no ha sido precisamente un ejemplo, ni en el caso que nos ocupa, ni en prácticamente ningún país de América Latina, antes bien han recibido para ello –la lucha contra el narcotráfico- el respaldo histórico de la potencia hegemónica mundial. En el plano regional, la misma no tolera desvíos o incumplimientos en la forma de enfocar diversos hechos ligados a esta cuestión. Y cuando aparece, siquiera como posibilidad, de atemperar o eliminar el conflicto en sí, los intereses dentro del territorio y desde fuera del mismo, a fines de sostener su esquema de concebir al mundo, derriban en forma brutal o sigilosa los atisbos de un comportamiento distinto. Todo esto deviene de creer que existe un nivel de relajación supuesto, donde un mayor grado de aceptación de valores no tradicionales, se toma como algo de lo cotidiano y percibido como un déficit. Que mayor cantidad de personas hagan manifiesto su sentido de pertenencia a un género, determinados valores culturales o entidades de pertenencia distintas a las tradicionales, hace que se vean envueltos en escaladas sucesivas de procesos de desestimación de sus creencias y hábitos. También, persecuciones encubiertas en principio, para convertirse en un paisaje frecuente, terminan siendo aceptadas con ausencia de miradas sobre el fenómeno, constatándose esto en la naturalización de muertes que quedan sin investigar ni resolver, buscando como siempre la resignación o el miedo liso y llano de la población afectada. En otras palabras, la razón última del apoyo negligente a un proceso de paz y por otro lado los boicots más o menos encubiertos a su desarrollo y evolución a un Estado de Derecho (con reglas claras y aceptación de las partes) hace a la incapacidad de regulación y contención de la violencia. El rasgo distintivo de las sociedades inestables, es ceñirse a otro orden eficaz para sus intereses, que ha servido para sostenerlos durante mucho tiempo. Pero tal vez, el grado mayor de disidencia con un proceso de paz en evolución, es que en la percepción de muchos, éste no asegura los grados de confianza que necesitan creer tener la mayoría de los integrantes de una organización política y económica. Los mismos, con intereses agrupables comunes, sentimientos afines y orientaciones propuestos desde los hábitos culturales, religiosos, locales y afinidades institucionales y familiares, lo han identificado como una manera de sentir. Esta es propia de criterios afianzados a partir de los mismos y que particularmente identifican a otros con los perturbadores o eventuales destructores de esta forma peculiar de ver el mundo. La ruptura o atenuación de cualquiera de estos elementos es vista en forma cautelosa, cuando no abiertamente hostil y en el medio se produce una amplia gama de sentimientos encontrados. No cabe duda que muchas de estas repeticiones que se dan en los procesos de cambio, provienen de concepciones atávicas, consolidadas por el tiempo y la práctica. Para esta cuestión pesan mucho las tradiciones, el discurso aceptado de la organización del Estado, particularmente en el ámbito educativo y punitivo, así como y cada vez en forma más relevante por el discurso trasmitido por los medios de comunicación masiva, en todas sus vertientes y especialmente en sus nuevas versiones: las redes sociales. En este campo mucho se ha construido en el último cuarto de siglo: es prácticamente imposible haber imaginado dos o tres décadas atrás, el grado de adhesión a éstos y la formación de sentido y opinión expresada que han tenido estas formas de conexión. Se podría decir, que pocas veces la falta de criterio, ha alcanzado a tan grande cantidad de gente, que por otro lado ( repitiendo el esquema de los cuentos medievales ) adhiere a los sentidos de pertenencia, a historias imposibles, donde los príncipes de antaño, han sido reemplazados por políticos mediáticos , agentes de nuevos cultos o modificaciones sustanciales de los viejos artistas , comunicadores , gente ligera y valuable en mínimo tiempo con las cuales el público se identifica y repite sus consignas sin mayor análisis. En el mundo actual, donde se vive soñando luego de la terminación de la segunda guerra mundial, con la finalización de la violencia a gran escala, no solamente los países se han vuelto envueltos en conflictos internacionales de gran calibre, sino que además, se han dado infinidad de conflictos limitados de índole fronterizo o insurreccional, interétnico, de cambio de pertenencia o identidad política, con numerosas bajas en muchos casos, llegando incluso a matanzas genocidas a gran escala. Desgraciadamente ese tipo de panorama puede reaparecer en cualquier momento y los países hacia su interior, no están exentos de ello bajo ningún punto de vista. Habitualmente resulta sumamente complejo bajar los niveles de conflicto a la instancia hacia las cuales no incida en la angustia generalizada. El ciclo se da muy parecido a lo que sería el umbral del dolor cuando se alcanza, lograr volver a los niveles razonables de sensibilidad de un organismo resulta un proceso dificultoso. Aquí habría que agregar que mucho del pensamiento unicromático de ciertos sectores y muy ligados a sus propios intereses y escasamente sensibles a la sensibilidad del conjunto, son proclives a recalcar que la única forma de combatir la violencia es siendo aún más violentos, como asimismo autorreferenciarse como más aptos para el manejo de la violencia y que poseen la aptitud de manejar la gestualidad y el lenguaje, que en teoría y según ellos entienden los delincuentes. Poco importa que después se configure como secuela de esta política una verdadera guerra entre partes, civil diríamos en términos clásicos y excluyente en el sentido que retomado el proceso queda en pocas manos y absolutamente arbitraria la aplicación de la violencia. Actualmente y es una observación a nivel mundial, se da una malversación de los términos en el reconocimiento del Estado como regulador y arbitro en la disputa violenta, al no existir esta instancia o estar debilitada, es mucho más simple que se repitan una y otra vez episodios de gran padecimiento en función de la practica descontrolada de estimular a que cada quién defienda sus posibilidades de manejarse en la sociedad, de acuerdo a la violencia que pueda o sepa manejar.
No es extraño y resulta una tendencia alrededor del mundo, la entronización de gobiernos de derechas que manejan indistintamente lugares comunes de corte nacionalista, pero básicamente discriminadores o impulsores de medidas drásticas contra migrantes, diferentes o desiguales. Resulta toda una paradoja que habiendo sido el siglo anterior el de mayores logros en materia de derechos del ciudadano, de reconocimiento de minorías, de legitimaciones laborales y promulgación de grandes principios, hoy se esté ante un franco retroceso institucional y desconocimiento de esas pautas considerándolas obsoletas o inaplicables y lo más grave de todo esto, es que como ya se dijo anteriormente las mediatizaciones simplificadoras hacen que estos sinsentidos retroalimenten como sentido, la mayoría de las afirmaciones de la gente que los emite, como si fueran productos de un sesudo razonamiento. Es muy común y haciendo un recorte sobre lo que podrían ser apreciaciones desmesuradas si quienes la enunciaran pertenecieran a algún otro estamento social, hemos visto que en el campo que nos convoca particularmente en el consumo compulsivo de sustancia psicoactivas prohibidas en el entrenamiento e intercambio con personas profesionales involucradas en el tratamiento de padecientes del consumo de las mismas, una serie de prejuicios que tienden a reconsiderar, por falta de una visión adecuada, a esas personas como síntesis de una serie de miradas erróneas. Los mensajes de este tipo atraviesan por igual a toda la sociedad, aún a quienes rechazan los mismos. O sea los debe reconsiderar, aún para rechazarlos. Se convierten en una ola que cubre al conjunto societario para terminar siendo el sentido de la mayoría o sea la desconsideración de cualquier otro criterio que no sea asumido como exclusivo y excluyente. En muchos de los recientes hechos constatables en la vida política de América Latina, se ha podido ver incluso, algo que ya se ha dado como naturalizado en una ola creciente y ascendente, de sus discursos “anti”. Y en el caso de las situaciones emblemáticas como ser la de un proceso de paz o la de un creciente aumento de la tensión y violencia en la situación mexicana que enmascara, detrás de la pantalla de la guerra, una situación de pobreza que afecta al 53 por ciento de la población. Y ésto arrastra a una brutalidad que no cesa e involucra grados de crueldad inusitados, ahí es donde debemos reveer, una vez más lo que hacemos cuando no hacemos; observar lo que realmente está detrás de los hechos y le facilitan su entrada en escena. Y además, tener en cuenta que cualquier discurso que sobreentienda la violencia como actora y a la vez no quiera reconocer nada sobre los hechos que ésta manifiesta, únicamente atiende a la retórica sobre la misma, pero le asustan sus verdaderas causas o más trágicamente aún las desconoce. Tal vez y es una incógnita que se nos presenta, las conoce pero no sabe cómo enfrentarlas prefiriendo entonces manejarse con los viejos clichés. La hipérbole incluso perversa, de un sistema de construcción social y político es intuir o conocer los problemas pero ignorarlos, atribuyéndoles a sus manifestaciones la cualidad de exofenómenos y por lo tanto otorgarles la categoría de inusuales o directamente antisociales. La anquilosis de un sistema, es no poder racionalizar acerca de sus contradicciones y otorgarles en cambio a determinados fenómenos, la cualidad de destrucción parcial o total de esa misma sociedad cuando no existe mecanismos de oportunidad, esto es que la estructura fenoménica se manifieste en los dispositivos que tenga la sociedad para comprenderlos y albergarlos. Las rupturas a la falta de contención van a provocar fenómenos observables de crecientes grado de confrontación. La espiral de la misma tiene como característica la de autoalimentarse, cuanto más nos hundimos en ella, mayores van a ser sus amplificaciones y reverberancias. Y a la vez, va a ser mucho más difícil desprenderse de ella. En definitiva, nada es suficientemente representativo de algo que sintomatiza a nuestras sociedades, si no tiene la comprensión de las concomitantes que lo alientan y a la vez no cabría la posibilidad de aceptar discursos que conllevan la segregación, a partir de afirmaciones que poco sustrato mantienen con la realidad. Ningún acto de prevención en materia de salud, pueden hacernos olvidar la enorme responsabilidad que significa mantener con discursos depreciados, que significan resultados de discriminación y violencia hacia el conjunto social, pero particularmente a los sectores que previamente se quiso tener en caución. No podemos prescindir de las visiones integradoras, la lectura sesgada acrecienta la incomprensión e incrementa la espiral de conflicto. No basta la comprensión incluso adentro de cada sociedad, sino tiene respaldo de la comunidad internacional, para evitar que las espirales se cuantifiquen en pérdidas insustituibles basadas en muertes inútiles y sean la base de un criterio minusválido para juzgar un fenómeno.

FONDO AYUDA TOXICOLÓGICA ( F.A.T. )

QUIENES SOMOS.!!!

El Fondo de Ayuda Toxicológica (FAT) es una ONG fundada en el año 1966 por el Profesor Emérito Dr. Alberto Italo Calabrese para trabajar en ...