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martes, 3 de marzo de 2020

¿Aterrado por cómo tus hijos usan sus teléfonos? Nuevas investigaciones dicen que no deberías.

Un número creciente de académicos están cuestionando las suposiciones sobre los efectos negativos de las redes sociales y los teléfonos inteligentes en los chicos. SAN FRANCISCO : Se ha vuelto una creencia común que pasar demasiado tiempo en los teléfonos inteligentes y las redes sociales es responsable de un aumento reciente en la ansiedad, la depresión y otros problemas de salud mental, particularmente entre los adolescentes.
Sin embargo, un creciente número de investigadores académicos ha producido estudios que sugieren que la creencia común está equivocada. La investigación más nueva, publicada recientemente por dos profesoras de psicología, analiza unos 40 estudios que han examinado el vínculo entre el uso de redes sociales y la depresión y la ansiedad entre los adolescentes. Ese vínculo, de acuerdo con las catedráticas, es pequeño e inconsistente. “No parece haber una base de evidencias que explicaría el nivel de pánico y consternación en torno a estas cuestiones”, dijo Candice L. Odgers, profesora en la Universidad de California, en Irvine, y la autora principal del artículo, que fue publicado en la revista Journal of Child Psychology and Psychiatry. Los investigadores están poniendo en duda la creencia generalizada de que las pantallas son responsables de amplios problemas sociales, como las crecientes tasas de ansiedad y de privación del sueño entre adolescentes. En la mayoría de los casos, dicen, el teléfono es un espejo que revela problemas que tendría un niño aún sin este aparato. El nuevo artículo escrito por Odgers y Michaeline R. Jensen, de la Universidad de Carolina del Norte, en Greensboro, llega tras la publicación de un análisis realizado por Amy Orben, investigadora en la Universidad de Cambridge, y poco antes de la planeada publicación de un trabajo similar de Jeff Hancock, fundador del Laboratorio de Redes Sociales de Stanford. Ambos llegaron a conclusiones similares. El debate sobre el tiempo en pantalla y la salud mental se remonta a los primeros días del iPhone. En 2011, la Academia Estadounidense de Pediatría publicó un artículo ampliamente citado que advertía a los doctores sobre la “depresión de Facebook”. Pero para 2016, a medida que salían más investigaciones, la Academia cambió esa declaración, eliminando toda mención de la depresión de Facebook y poniendo énfasis en la evidencia contradictoria y los potenciales beneficios positivos de usar las redes sociales. Megan Moreno, una de las autoras principales de la declaración actualizada, dijo que la declaración original había sido un problema “porque creó pánico sin una base sólida de evidencia”. La preocupación por el vínculo entre los teléfonos inteligentes y la salud mental también ha sido alimentada por trabajos de alto perfil como un artículo de 2017 en la revista The Atlantic —y un libro relacionado— del a psicóloga Jean Twenge, quien argumentó que un aumento reciente en el suicidio y la depresión entre los adolescentes estaba vinculado a la llegada de los teléfonos inteligentes. Los investigadores argumentan que fácilmente podría ser que el aumento en la depresión llevó a los adolescentes al uso excesivo del teléfono en un momento en que había muchas otras explicaciones posibles para la depresión y la ansiedad. Además, las tasas de ansiedad y suicidio parecen no haber aumentado en gran parte de Europa. “¿Por qué otra razón podrían estar ansiosos los niños estadounidenses, aparte de los teléfonos?”, preguntó Hancock. “¿Qué tal el cambio climático, la desigualdad de ingresos o más deudas estudiantiles? Hay tantas cuestiones estructurales importantes y enormes que tienen un gran impacto en nosotros, pero que son invisibles y no las estamos considerando”. Odgers dijo que no le sorprendió que a la gente le costara aceptar sus hallazgos. Su propia madre cuestionó su investigación después de que uno de sus nietos dejó de hablarle durante los largos recorridos en auto que ella solía disfrutar. Pero difícilmente es una tendencia nueva el que los niños ignoren a sus mayores cuando se vuelven adolescentes, comentó. A continuación la opinión sobre el tema del Staff Profesional de nuestra Fundación. Este artículo resulta interesante ya que en él aparece un planteo que podemos fácilmente extrapolar a la cuestión de cualquier otro consumo problemático. Así como aquí se dice que se “culpabilizó“ a los teléfonos intelegentes del aumento de ciertos padecimientos mentales, todos los días vemos como se señala inequívocamente al consumo problemático de sustancias (más si estas son prohibidas) de prácticamente todos los males de la humanidad. Pero tal como venimos diciendo en este espacio (quienes nos siguen desde el comienzo deben estar cansados de leerlo) las comunmente llamadas adicciones no se producen por la simple presencia de “la droga“. Tal como aquí se afirma para el caso de los teléfonos, los consumos problemáticos (sean estos de lo que sean) no son más que “un espejo que refleja los problemas que tendría un niño (nosotros podemos decir una persona) aun sin este aparato (o, para nosotros, esta sustancia, conducta, actividad, etc.)“. Como siempre, el problema no está en la “cosa“, al fin y al cabo, un teléfono, una sustancia legal o ilegal, el juego, las compras, los hidratos de carbono, e infinidad más de ejemplos, no son más que, en muchos casos, objetos inanimados sin capacidades propias. somos nosotros los que, al hacer uso (o abuso) de ellos los embestimos de ciertas características (que muchas veces son casi poderes) que poco o nada tienen que ver con ellos, sino más bien con nosotros, con lo que tenemos y no tenemos, con lo que queremos y no podemos.

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