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lunes, 11 de febrero de 2019

PASIONES ARGENTINAS...LA DECENCIA DE LOS QUE BUSCAN ENTRE LA BASURA.!!!

Artículo de Hernán Firpo, Periodista del diario Clarín. Esta es una ciudad increíble. Cuando uno está casi totalmente familiarizado con la miseria como parte del paisaje, alguien emerge de uno esos de esos contenedores gris topó que encontramos aquí y allá. Con el payaso de IT, Stephen King sólo se animó a la escena de la alcantarilla, pero he aquí, a plena luz del día, al abominable hombre de la mugre. Lo ves, te mira y una clase de vergüenza ajena que no recordás haber vivido nunca antes, hace que desvíes la mirada en dirección a la pantalla salvadora del celular. El abominable hombre de la mugre sale del tacho con una pirueta. Es ágil y no tiene ni 20 años. Te lo querés imaginar de hombre araña en el Trencito de la Alegría o, por qué no, descolgándose de algún departamento en Barrio Norte. Después pensás que alguien que literalmente sale de entre la basura, debe ser una de las personas más decentes del mundo. Claro: si no tenés la desgracia de haber caído tan pero tan bajo, honestos deberíamos ser todos. ¿Pero qué hacemos si una persona viene de la mierda? Apretamos los labios, lamentamos la situación y seguimos de largo. Tardamos en comprender que quizá hayamos estado delante de una de esas honestidades conmovedoras. Después pensás en el típico limpiavidrios del semáforo. No es casual. Mientras el cuidacoches es extorsivo, apunta al lóbulo frontal y juega con tu miedo, el limpiavidrios hace equilibrio en el filo de la navaja, ofreciendo un servicio a cambio de monedas. Nada, te acordás de los limpiavidrios porque esta situación de calle -mil veces demonizada- también debería convertirlos en gente automáticamente decente.
A continuación la opinión sobre el tema del Staff Profesional de nuestra Fundación. Hasta los desclasados pueden ser buenos: Leyendo la nota precedente, se nos plantean varias inquietudes. La primera tiene que ver con lo que ella oculta y quiere naturalizar que es la gran desigualdad existente que hace que algunos tengan que buscar entre las sobras (por otros desechadas) para poder sobrevivir. Esto a su vez, es visto como una "actividad" que habla de la decencia y honestidad de ese pobre, ya que no responde con violencia a la violencia de la que es víctima diariamente. Nadie puede negar que "revolver" en la basura para ver si hay algo "rescatable" para sobrevivir es violento y a esto podríamos agregar esas otras violencias tales como ser discriminado por el lugar de residencia a la hora de buscar un empleo, tener grandes dificultades para poder acceder a la educación o la salud, a pesar de que estas son verdades ocultas (también por esta noticia) o que no queremos reconocer. Otra cuestión tiene que ver con esta diferenciación entre pobres decentes y no decentes. Así, los que buscan en la basura serían los "buenos", mientras que otras actividades callejeras, son más dudosas, los limpiavidrios estarían "al filo de la navaja" como dice la nota, pudiendo ser "buenos" o "malos", mientras que los cuidacoches son claramente "malos", ya que es una actividad extorsiva. ¿Dónde ubicaríamos a los vendedores ambulantes, constantemente perseguidos por la policía? ¿Entre los no decentes, los malos, los "delincuentes"? Esto nos recuerda algo que ocurría hace muchos años (comenzó en 1823) la entrega de los Premios de la Virtud que realizaba la Sociedad de Beneficencia y que buscaba, tal como pareciera hacer la nota, distinguir a los pobres "meritorios" de aquellos que causaban disturbios y malestar social. Algunos de esos premios eran: A la Humildad. Al amor filial. Al desinterés. A la persona menesterosa que haya manifestado constancia para el trabajo. A la familia de ex agente de policía que haya caído en el cumplimiento del deber. A la persona enferma más paciente. Al amor conyugal [...] o a la mujer argentina, pobre, que se distinga en el orden y arreglo de su hogar. A familias vergonzantes. A una familia desgraciada [...] A la mujer más sufrida y pobre. Al enfermo más resignado.(Alayón, 1980, p. 25) Si bien en la actualidad ya no existe la ceremonia, que otrora se realizaba en el Teatro Colón, podríamos pensar que sigue existiendo una visión que premia al "pobre pero honrado", siendo digno de una nota en un diario de gran tirada que resalte su decencia y honestidad (esta última además deberíamos de imitarla todos, según plantea el autor) mientras que para aquellos otros que "no se comporten dignamente" existen medidas de mayor castigo, tales como las propuestas para bajar la edad de imputabilidad o endurecer las penas a determinados delitos (siempre contra la propiedad) e incluso, si se es extranjero, la expulsión. Dentro de estos últimos, muchas veces, están ubicados aquellos que tienen algún tipo de consumo problemático.

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