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jueves, 23 de julio de 2020

Colombia. ¿Se debería regular la cocaína? El debate llega al Congreso?.

Se busca control estatal de la producción y comercialización como alternativa a guerra antidrogas.

Por: María Isabel Ortiz Fonnegra
23 de julio 2020 , 10:31 a.m.


Este 20 de julio Colombia será el primer país que lleve a una discusión legislativa la regulación de la quinta droga más consumida en el mundo y la segunda más incautada, según cifras de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito: la cocaína.

En el Congreso será radicado un proyecto de ley de los senadores Iván Marulanda, del Partido Verde, y Feliciano Valencia, del Mais, que busca cambiar la guerra con la que país lleva décadas enfrentando el narcotráfico, sin lograr acabarlo pero con altos costos en vidas y dinero.

Senador Iván Marulanda. Coautor del Proyecto

La iniciativa, que desde ya genera discusión, plantea el control del Estado de la producción y comercialización de la hoja de coca y la cocaína para arrebatarle a las mafias este negocio, también aborda la regulación aludiendo a derechos como la vida digna, la salud, y el libre desarrollo de la personalidad, así como a la necesidad de reducir los riesgos por consumo. Además de permitir el uso recreativo, se busca incentivar los usos médicos, nutricionales e investigativos de la hoja de coca, fomentar el desarrollo rural y proteger el medioambiente.

Con estrictas medidas de control, solo los adultos podrían adquirir, tras inscribirse en una base de datos y asistir a una cita médica, máximo un gramo de cocaína a la semana. El proyecto no cierra la posibilidad a exportaciones, pero no a mercados abiertos de consumidores sino como acuerdos de país a país para investigación científica, y se harían respetando la normatividad vigente en cada país.

Y como Colombia no es un gran consumidor de cocaína –la última Encuesta Nacional de Consumo señala que solo el 3,2 por ciento de los colombianos la había consumido alguna vez– y no agotaría su propia producción, se plantea la creación de un fondo internacional para financiar la destrucción segura del excedente, de modo que esta no llegue a los mercados ilegales nacionales o internacionales.

Esto tomando en cuenta que en 2019, según la medición Simci de la ONU, había sembradas 154.000 hectáreas de coca y se produjo un estimado de 1.137 toneladas de cocaína, siendo Colombia el mayor productor de esta droga en el mundo.

“Este proyecto de ley hace parte de la lucha contra el narcotráfico porque se trata de desaparecer a esas mafias que se lucran destruyendo, en el camino, al pueblo colombiano”, dijo el senador Marulanda, quien añade que él ha sido víctima de esa guerra contra el narcotráfico, y de ataques y atentados como los que le costaron la vida al exministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, al excandidato presidencial Carlos Galán y otras personas que se opusieron a este negocio ilícito.

Añadió que mientras el mercado sea controlado por organizaciones criminales “la sociedad está expuesta a todo tipo de riesgos, pues estas buscarán su lucro sin importar límites legales y morales”, pero si el Estado maneja el tema, se puede controlar el consumo, mejorar la prevención y reducir los riesgos asociados al uso, parte de los cuales son que las redes criminales mezclan y rinden la droga con químicos peligrosos, como lo advertido en varias oportunidades el Ministerio de Justicia.

El proyecto tiene por delante un camino con muchas dudas, una es si la permisión puede llevar a un aumento del consumo y la adicción. Frente a esto, Isabel Pereira, coordinadora de política de drogas de Dejusticia, explicó que el estimado global de consumidores problemáticos de drogas es de un 10 por ciento del total, y citó el ejemplo de Uruguay, que aunque aumentó levemente su consumo de cannabis tras la regulación, ese aumento fue inferior al de países vecinos que lo prohíben. “Es falso la idea de que la sola disponibilidad de una droga automáticamente lleva a un consumo problemático”, resumió.

De otro lado, legalizar la cocaína vulneraría tratados internacionales contra las drogas suscritos por el país, aunque la iniciativa plantea tres alternativas frente al tema.

El senador José Obdulio Gaviria, del Centro Democrático, indicó que se “opondría completamente” a un proyecto como este, “pero antetodo por razones geopolíticas, Colombia no puede convertirse en un país paria y de liberación del mercado de drogas, aisladamente del contexto”, expresó, tras indicar que no hay resultados concretos de los efectos que la regulación de diferentes drogas ha tenido a nivel social en otros países.

Para el senador Rodigo Lara, de Cambio Radical, precisamente las normas internacionales son lo que hace inviable, por ahora, una regulación. “Esa regulación llegará en algún momento, pero el problema radica en que legalizar la cocaína no puede ser una decisión unilateral de Colombia, debería ser un factor de integración diplomática; en el entretanto, no tenemos alternativa distinta a combatir a los grupos criminales”, consideró.

Además, para Daniel Rico, investigador experto en narcotráfico, la regulación podría no impactar tanto las redes criminales que “se trasladan de una economía criminal a otra, en el hipotético caso de una baja en la producción de coca, repuntarían con la minería ilegal, el contrabando u otros”, indicó, y añadió que hoy no hay un mercado real medicinal o científico de la coca, que permitiera amparar la regulación en esos aspectos.

Pero para Daniel Mejía, profesor de Economía de la Universidad de los Andes y experto en seguridad y drogas, el país “ya lo ha intentado todo desde el punto de vista punitivo: fumigaciones, interdicción, captura de capos y extradición, sin mayores resultados de reducción del narcotráfico”, mientras que alternativas de regulación de otros mercados que en su momento fueron ilegales, como el alcohol y el cannabis, “han funcionado como el mejor mecanismo para quitarle las rentas a los grupos criminales”.

El debate político y público que este proyecto de ley abrirá será duro, reconoció el mismo Marulanda, quien dijo que no por esto hay que dejar de abrir la discusión sobre regular un producto “que mientras sea ilegal, será imposible impedir su enorme daño a la sociedad”.

miércoles, 22 de julio de 2020

Uby Sacco, el campeón que tiró la toalla antes de tiempo.

Llegó a la cima el 21 de julio de 1985 al conquistar el título de los welter juniors de la AMB. Pero de ahí en más, su adicción a la cocaína y las malas compañías lo bajaron del ring y, finalmente, de la vida.


Todo le resultó sencillo, menos lo esencial: vivir. Tenía un carisma único: era muy
bueno en cualquier deporte, hacía amigos con sólo entrar a un lugar y su pinta atraía a las mujeres aunque él no se lo propusiera. Estaba predestinado a dejar una huella honda en el boxeo argentino y acaso mundial. Pero Ubaldo Néstor Sacco no se preocupó en cumplir esa cita con la historia. Hace 35 años, el 21 de julio de 1985, ganaba el título de los welter juniors de la Asociación Mundial de Boxeo al derrotar por nocaut técnico en el 9º round al texano Gene Hatcher. Pero no le interesó demasiado retenerlo: lo entregó en la primera defensa, 7 meses y 22 días después, cuando las adicciones duras ya lo habían atrapado y no escuchaba a nadie: sólo a sí mismo y a su barra de amigos que lo hundió en la perdición de la oscura noche de Mar del Plata, su lugar en el mundo.


Uby Sacco fue una estrella fugaz. Se bajó demasiado rápido de los rings y de la vida. Su campaña profesional se extendió por apenas 8 años (1978/1986) con un record de 47 triunfos (23 por fuera de combate) y 4 derrotas, ninguna antes del límite. Y vivió apenas 41 años. Nació el 28 de julio de 1955 en el barrio de Chacarita, en la Capital Federal y murió el 28 de mayo de 1997 en el Hospital Regional de Mar del Plata. El consumo abusivo de cocaína le provocó un tumor en las fosas nasales del que nunca quiso atenderse a tiempo. Como si hubiera tirado la toalla mucho antes del campanazo final.


Hijo de Ubaldo Francisco Sacco, un destacado peso mediano de los años 50, Uby fue como fue, acaso porque no lo pudo evitar. Su familia era ejemplar, no tuvo conflictos personales graves, nunca pasó hambre y frío y sin embargo, la tentación marginal resultó más fuerte que cualquiera de sus virtudes naturales. Los especialistas no tienen dudas: Uby Sacco fue, acaso, el mayor talento desperdiciado de todos los tiempos del boxeo argentino. Lo tenía todo. Y todo lo malogró: le sobraba la calidad y la parada de crack. Si había que pelear, peleaba, si tenía que boxear, boxeaba, aguantaba lo que había que aguantar, recorría de adelante para atrás y de atrás para adelante, el libro de la academia pugilística y sin ser un noqueador, tenía pegada justa como para resolver cualquier combate en el momento menos pensado.

Fue atracción del Luna Park en los primeros 80, adonde llegó con un elegante pantalón de terciopelo que llevaba la publicidad de una pinturería marplatense. Y Tito Lectoure le consiguió la chance por el título en 1984, cuando ya era campeón argentino y sudamericano de los welter juniors (63,500) y le había ganado tres veces a Hugo Luero y a Roberto Alfaro y dos a Horacio Saldaño (una por fuera de combate). La piedra en su zapato fue el escurridizo sampedrino Lorenzo García con quien perdió y empató en 1983, cuando su posición en los rankings mundiales ya era expectante. Y todos en el ambiente sabían que al gimnasio lo miraba de lejos y que sus noches eran largas, demasiado largas.

Por eso, llegó dando ventajas físicas a la primera pelea por el título con el rudo Gene Hatcher el 15 de diciembre de 1984 en Fort Worth (Texas). Ni siquiera ante la máxima oportunidad de su vida, Uby Sacco se preparó a conciencia. Lo que le faltaba de físico, trató de compensarlo con calidad. Y salió un peleón que ganó. Pero tres jueces inescrupulosos y localistas se la dieron por perdida. Uby creyó que ya estaba, que no habría otra chance para él. Pero Lectoure movió cielo y tierra y logró que la AMB le aprobara la revancha directa que sucedió el 21 de julio de 1985 en Campione d' Italia, una villa suiza que Benito Mussolini había comprado en 1933 para que sus compatriotas pudieran ir al casino.

En su crónica para la revista El Gráfico, el periodista Ernesto Cherquis Bialo (quien también hizo la transmisión para Canal 11) cuenta que la noche previa a la pelea, Sacco la pasó comiendo canapés de caviar y bailando el bolero de Ravel con su esposa de entonces, Inés Rocha. Y que en la mañana del combate, Lectoure lo encontró tomando sol al borde de la pileta como si fuera un turista de vacaciones. Con esa despreocupación, Uby subió al ring, Y puso otra vez toda la inspiración de su repertorio. Le pegó por todos lados a Hatcher, le lastimó toda la cara y en el 9° round, el médico quiso parar la carnicería. Pero el árbitro mexicano Ernesto Magaña ordenó la continuidad por treinta segundos más hasta que detuvo la contienda y le levantó la mano derecha a Sacco consagrándolo campeón del mundo.

Uby pudo haber iniciado una nueva era gloriosa para el boxeo argentino. Tenía 29 años y todo el futuro por delante para hacer historia y ganar dinero grande. Pero haber llegado a ser campeón del mundo fue lo peor que pudo haberle pasado. Creyó que el título era un pasaporte para trasgredir y trasgredirse. Y ya no le importó más nada ni nadie logró pararlo. Mucho menos su padre. Mal entrenado, el 15 de marzo de 1986 guapeó y perdió ante el italiano Patrizio Oliva en Montecarlo. Fue su última pelea. Pero no su última derrota. El crack de los rings, el muchacho simpático, pillo y entrador purgó entre 1991 y 1993 una condena de dos años y medio por tenencia y consumo de estupefacientes. Quiso salir y no pudo. Dos meses antes de cumplir 42 años, en 1997 terminó sus días tendido en una cama de hospital. Las drogas y las malas compañías fueron un demonio del que Uby Sacco quiso zafar pero no pudo. Autodestruirse estaba en su propia genética.

A continuación la opinión sobre el tema del Staff Profesional de nuestra Fundación.

En función del artículo sobre Uby Sacro ( hijo), más allá del anecdotario sobre el remarcable boxeador, que fue, debemos decir y por eso lo usamos en este sentido, que el escrito está plagado de prejuicios de toda naturaleza. Estos se utilizan para justificar , y a la vez denostar la figura del boxeador.

Más allá de lo que firma el autor , no existen como hemos explicado muchas veces, “adicciones duras” . La adición es en si misma, la etapa más grave de un proceso de compulsión hacia el objeto , en este caso, la sustancia psicoactiva de consumo. Claro que las drogas a las que alude el articulista , son algunas que en el imaginario social figuran como altamente adictivas. No es exactamente así, y drogas legales, como el tabaco por su nicotina , obelisco alcohol , tienen entre sus usuarios , adicciones más complejas de resolver que los de la cocaína.

Hablar de drogas o adicciones duras no tiene asidero científico. De igual manera la creencia que “ las malas compañías “ son las que pueden cambiar el camino de una persona y llevarlo hacia otro lado, son realmente una explicación infantil , porque nadie se hace adicto simplemente por el factor exógeno , ni la sustancia , ni la compañía de cualquier persona que entre en un consumo problemático que eventualmente lo lleve a la adicción va a tener para ese comportamiento. Una trilogía que sí o sí debe cumplirse ( antecedente, condicionante, y desencadenante) y es un factor preponderante para la constitución un consumo problemático o una adicción, como obra el siquismo de esa persona que “tiende” hacia determinadas cuestiones que operan desde si hacia y no al revés. Son esas cualidades y secuencias . Ninguna sustancia o comportamiento podrían instalarse como controles en una persona. Sería bueno también no usar categorías que no se conocen adecuadamente para mal usarlas cargando las tintas desde el prejuicio hacia otra persona , independientemente que este sea famoso o no.

martes, 14 de julio de 2020

Lo Ético y lo Social en el Campo del Consumo Problemático. Por: Alfredo J. M. Carballeda.


Dr. Alfredo J.M. Carballeda. Presidente de FAT - Fondo de Ayuda Toxicológica.


La perspectiva Ética y Social implica intentar acceder a la intervención en el campo del Consumo Problemático desde un proceso de conocimiento de la comprensión histórica y social del mismo, como así también la de su construcción en el devenir del tiempo y sus posibles diálogos con diferentes imaginarios sociales. 

En este encuentro entre la historia y la construcción imaginaria del fenómeno, se articulan y generan múltiples sentidos, impactando en la mirada hacia el pasado, las formas de habitar el presente y la constitución del futuro que constituyen el fenómeno. 

El Consumo Problemático se constituye como una expresión de una época que se hace cuerpo en la singularidad de cada sujeto intervención, en tanto, usuario de un modelo de tratamiento.

 Lo Ético y lo Social se enuncian como elementos claves de una perspectiva situada, integrada a la multiplicidad de condicionantes singulares, territoriales y sociales. 

De esta manera la intervención, preventiva y asistencial se separan solo con fines operativos y analíticos quedando enunciadas y articuladas desde el deseo como motor del hacer. 

La Intervención en el Consumo Problemático es, de esta manera, definida como un dispositivo que articula una serie de componentes que se vinculan entre sí y construyen su devenir poniendo en cuestión lo predisponente, lo condicionante y lo desencadenante.

 Así, lo asistencial y lo preventivo se confunden en un mismo campo donde la posibilidad de amalgama se constituye desde lo territorial, esencialmente con Otros. 

Si las sustancias no existen como algo independiente del sentido de su utilización, donde, la misma es mediada por una serie de elementos contextuales y culturales. Lo singular, grupal y territorial se hace presente como una forma de intersección indispensable en el desarrollo de abordajes que intenten dialogar con el padecimiento subjetivo como expresión de las Problemáticas Sociales Complejas y el Consumo Problemático de Sustancias. 

Los tres elementos mencionados conforman en sí mismos un dispositivo de intervención que interactúa en las circunstancias de cada usuario. 

Así, el Consumo Problemático es entendido como el emergente, de una serie de condicionantes expresados en múltiples causalidades que construyen el Problema sobre el cual se pretende trabajar. 

Desde esta perspectiva, la intervención sobre los condicionantes se relaciona con inscripciones históricas y sociales que, marcando la biografía de ese Otro en tanto sujeto de intervención se marcan y generan padecimientos que se transforman en formas de comprender y explicar la resolución, convivencia o tramitación de éstos. 

El lugar de la palabra, la escucha, la interacción con otros se hace, se despliega, tanto a nivel singular, como grupal y territorial, donde la creatividad, lo lúdico, lo expresivo y lo histórico constituyen una nueva posibilidad de encuentro.

La intervención en estos aspectos apunta a trabajar con la mitigación del dolor que estas cuestiones generan y se expresan en la demanda. Permitiendo y favoreciendo el encuentro con otras formas de relación con las inscripciones objetivas y subjetivas que se construyeron en su historia como una modalidad de abordaje que integra sujeto y contexto. 

 Bibliografía: 

Modelo Ético Social. Serie de Publicaciones Técnicas del FAT (Fondo de Ayuda Toxicológica). 

Murillo , Manuel. Deleuze & Guattari. El Deseo y lo Social. Editorial Brueghel. Buenos Aires.2019.

FONDO AYUDA TOXICOLÓGICA ( F.A.T. )

QUIENES SOMOS.!!!

El Fondo de Ayuda Toxicológica (FAT) es una ONG fundada en el año 1966 por el Profesor Emérito Dr. Alberto Italo Calabrese para trabajar en ...