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viernes, 28 de septiembre de 2018

"LA DROGA" COMO ABSOLUTO PARADOJAL.!!!

Artículo del Lic. Alberto Calabrese Sociólogo. Asesor Institucional del Fondo de Ayuda Toxicológica. Director de las Carreras de Postgrado de la UBA y de la U. N. de Tucumán. .Hace tiempo, convocado por un colega en el interés suscitado por estas problemáticas que nos ocupan, escribí un artículo en el libro que él dirigió, en el cual ponía el tema de las sustancias, que al decir vulgar es una sola “la droga” y muchas veces está corroborado este desconcepto además extendido en su utilización corriente por los discursos oficiales, no necesariamente de gobiernos, sí en cambio de protagonistas actuales de la política, como los medios de comunicación masiva, que marcan agenda en este aspecto. Días pasados, el Presidente en ejercicio de la República concurrió a un acto de quema de sustancias psicoactivas ilegales. Toda acción que es reflejada por los medios es un símbolo de lo que fácticamente se quiere convencer: se ha reanudado la lucha contra el “mal”, personificado éste por una sustancia, un objeto que paradojalmente se lo ha designado como la síntesis del daño posible. Es que también anunció en varias oportunidades, su deseo e intención de dar una lucha total contra el narcotráfico que también paradojalmente parecería que de todos los delitos posibles es el peor. No termina la cosa allí; la quema tradicionalmente ha sido un acto de purificación, los autos de fe, la quema de enemigos, la actualización del sistema en hechos protagonizados por ISIS, también los bombardeos erráticos y sus supuestos “daños colaterales”, simplifican un camino que da a entender que lo que el fuego limpia debe ser erradicado en forma absoluta. Quisiera no pensar, que de este acto simbólico se traduzca en algún tipo de profundización de actos guerreros, porque ya sabemos cómo sigue esta saga, con un saldo horrible de muertos, heridos y desaparecidos, amén de presiones de todo tipo y sufrimientos para incontables familias. Tampoco quiero abundar en el orden disruptivo por el cual además se aplica una suerte de un orden a esperar, cual es el de una “sociedad libre de drogas”, lo que circunscribe este discurso a confundir una lista de 200 de ellas y olvidar las miles que existen en el mundo y la enorme cantidad de las mismas que tienen propiedades semejantes a las que quieren ser erradicadas. Esto tiene una contradicción real en nuestro país, toda vez que ya al comienzo de su experiencia con consumos de sustancias extendido, hecho que empezó a acontecer masivamente hace cuatro décadas, se sustentó con sustancias farmacéuticas (psicotrópicos y psicofármacos) usadas con fines diferentes para los cuales habían sido diseñados. Curiosamente, en la actualidad nos encontramos y esto tiene que ver con mi experiencia reciente finalizada en 2015 como Director de Adicciones del Ministerio de Salud de la Nación, en el sentido de comprobar y esto está corroborado por numerosos jefes de servicios de toxicología con los que mantengo trato, con la utilización de fármacos de todo tipo y fabricación absolutamente legal y no todos con venta bajo receta, consumidos en forma absolutamente dispar mezclados sin ton ni son, utilizados por los jóvenes como forma de obtener los resultados sabidos de las sustancias psicoactivas prohibidas. Hoy se encuentran nuevamente puestos en el lugar de la mayor fuente de intoxicaciones agudas sufridas por consumidores ocasionales o habituales y que terminan colmando las guardias y muchas veces llegan a la muerte por sobredosis, como principal forma de intoxicación con fines supuestamente placenteros.
¿Qué es lo que queremos desentrañar? Que por un lado alguien se erige en representante y lo es por el cargo que ostenta, en el campeón de la “lucha contra” y asiste a la pira simbólica, donde se acaba con el “daño” y objetiva toda una sociedad en la creencia por el absurdo que en ese acto y representación se conjuga la voluntad de lucha con la convicción que se está aniquilando en ese momento al objeto de mayor daño que existe en la Tierra. Párrafos más arriba, podemos observar la actitud de muchos jóvenes y también de gente que no lo es tanto, en función de la toma excesiva de una mezcla que le puede resultar incluso fatal, pero que está identificada con “recibir lo bueno”. Si ambas asimetrías operan sobre una misma creencia en función de totalizadora y representante absoluta de los sentimientos de “todo bueno” o “todo malo”, el objeto resultante de esta dicotomización, es literalmente un absoluto. Como tal tiene todas las cualidades del absoluto o sea puede quitar o dar con la misma intensidad. Si fuera un acto religioso (aunque reviste muchas veces las características del mismo), tiene que tener como base una doctrina que se nutra de estos dos principios y los enfrente en función de una lucha que empezó en el principio de los tiempos y finalizará justamente con los mismos. De nosotros depende que la opción bien-mal, no sea tal, pues este mundo está montado sobre cuestiones relativas. Si bien hay opciones de base como la dualidad vida-muerte, la mayor parte de las opciones vitales tienen que ver con posible o no posible pero en términos aleatorios. Quien piensa que algo le va a brindar todo el bien, le está birlando sustantividad a la realidad, después de todo el deseo existe para no ser satisfecho, lo que por otro lado es el eje de la sociedad que nos toca vivir, o sea de consumo aunque no pueda consumir. Por el contrario quien cree o pretende creer que todo el mal o todo el daño, para ser más precisos, se puede sintetizar en una cantidad de sustancias absolutamente acotadas en función de la enorme cantidad de tóxicos, fármacos o no que existen en la naturaleza y en la forma de fabricación humana, que además puede desarrollarse ad infinitum con nuevas combinaciones y propósitos, aun con una dimensión extraordinaria dejaría de costado y casi como un ejercicio de fantasía, a la enorme cantidad de causales de daño, tales como fenómenos naturales destructivos, prácticas humanas extractivas y depredadoras de los recursos naturales y los ámbitos en los que vivimos, pobreza estructural y falencia de infraestructura para la mitad de la humanidad, y demás etcéteras que podrían llenar con su sola titulación un libro. Infinitas formas de constituir el daño, así como el protagonista del consumo olvida cualquier daño que pueda ser correlativo al mismo. Esto no se limita a las sustancias, incluye muchas otras formas donde lo placentero está al borde de lo destructivo o incluso de un final abrupto. En este caso lo que estamos tratando de sintetizar, constituye tal vez una parte de todo lo que se quisiera decir y que a mi manera de ver, debería ser sustrato de un artículo ampliatorio. Lo que sí está claro, es que la particular forma de tratar de llevar a la hoguera a lo que horroriza o sirve para inducir a ello es una trampa para el sentido, nos desvía del trabajo cotidiano, dificultoso y complejo que consiste en atender a las causas y minimizar los efectos, en ese sentido no hay respuestas desde ningún absoluto. En el ámbito científico, se necesita teoría clara, planes adecuados y acciones consecuentes. Entiendo que los que se interesan particularmente por la prevención de determinados acontecimientos, apuntan a esta última variable, eso sí, solamente va a funcionar con un modelo adecuado.

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