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martes, 18 de febrero de 2020

Alcohol y violencia: los boliches deben hacerse cargo del costo de la seguridad.

Argentina vive una epidemia de violencia. Jóvenes que supuestamente buscan divertirse de vacaciones se involucran en masivas grescas en las que todo vale. Matar o morir por un trago de más. Las alarmas están activadas hace rato sin que nadie, en los gobiernos o en la sociedad, se muestre interesado a escuchar los avisos. Solo un ejemplo: los estudiantes argentinos tienen los niveles de consumo de alcohol más elevados en América y superan por diez puntos porcentuales a los demás en la escala expuesta el año pasado por la OEA. Más claro, no hay otra nación -ni siquiera los Estados Unidos- con el nivel de alcoholismo juvenil de nuestro país. A nadie le importa. Los patrones de consumo se potencian los fines de semana en los boliches. Así lo muestran los informes de la Sedronar, en documentos públicos que pocos leen. Esas bocas de expansión del consumo de alcohol, en las que también se puede bailar, se transforman en escenarios habituales de peleas. Adentro los patovicas resuelven los conflictos. Con violencia, por supuesto. Sin embargo, importa aún más lo que ocurre fuera de esos habilitados puntos de comercialización de bebidas. En el espacio público continúan sin control las peleas. Allí la responsabilidad es del Estado. Quizá sea tiempo de planear operativos especiales de prevención para evitar muertes y daños graves. Y aparece entonces una alternativa: los boliches deben hacerse cargo del costo de la seguridad. Esos lugares obtienen importantes ganancias económicas por la venta tan indiscriminada como irresponsable de alcohol. El Estado, toda la sociedad, no puede derivar recursos para mejorar el negocio de un privado, pero tiene la obligación de evitar las peligrosas peleas callejeras. Algo similar pasa en el fútbol. Y los clubes son quienes pagan para que su espectáculo tenga márgenes mínimos de seguridad. Los boliches no deberían quedar fuera de las responsabilidades de lo que pasa frente a sus puertas. Otros actores sociales también tienen culpas y obligaciones. Las instituciones deportivas deberían desalentar la tolerancia al consumo de alcohol desmedido. Especialmente los clubes de rugby, ya que sus integrantes hablan de la transmisión de valores positivos como no se hace en otros deportes. Sin embargo, las crónicas policiales no registran casos de grupos de jugadores de handball o de equipos de natación como participantes de grescas con heridos y muertos. En peleas grupales es más común encontrar a un pack de fowards, El problema está a la vista: cuatro de cada 10 menores de 14 años consumen alcohol todos los meses. Y el 31 por ciento de los estudiantes de nivel medio, chicos y chicas, vive cada mes un episodio de beber y no recordar que pasó.
A continuación la opinión sobre el tema del Staff Profesional de nuestra Fundación. Esta noticia nos sirve de disparador de varias cuestiones. En primer lugar, demuestra (como tantas veces decimos aquí) que el alcohol es la droga de mayor consumo aunque éste continúa invisibilizado, salvo cuando a él se asocian hechos de violencia. Y es justamente éste otro punto interesante para pensar, así planteada la cosa, pareciera que la violencia es producto del consumo desmedido de esta sustancia, sin embargo, no es así en todos los casos. Sin ir más lejos, en la muerte de Villa Gesel, los responsables de la golpiza no habrían estado bajo el efecto de ninguna sustancia. Deberíamos entonces, hacernos dos preguntas, primero, por qué para divertirse es necesario consumir en exceso alcohol (muchas veces incluso en combinación con alguna otra sustancia, legal o ilegal) y por qué la violencia se ha convertido en “diversión“. No está demás, como plantea la nota pensar quién debe pagar los costos de la seguridad, pero si sólo nos quedamos en esta cuestión, estamos corriendo detrás del problema, actuando sobre las consecuencias, en el mejor de los casos minimizándolas, pero nunca evitándolo. Si como aquí se plantea los boliches se hicieran cargo del costo de los operativos policiales necesarios para controlar la violencia en las calles tal como sucede en el fútbol, al igual que en ese caso, ésto no evitaría que sucedan hechos de violencia tal como seguimos viendo que ocurre entre fracciones rivales de una misma hinchada, ya sea dentro del estadio o en las inmediaciones. Es cierto que ésto tampoco puede ser dejado de lado, un correcto control policial posiblemente hubiera evitado la muerte de Fernando Baez Sosa, pero no impide que se produzcan peleas. En todo caso, deberíamos pensar qué podríamos hacer para que la violencia no se convierta en un hecho cotidiano, pensar qué otras violencias invisibles se producen todos los días, a las que tampoco estamos dando respuestas y que muchas veces se traducen en esas otras que son titulares de diarios y cuya única respuesta es la punitiva. Si como enfatiza el final del artículo, “el problema está a al vista“ deberíamos empezar a reflexionar sobre estas cuestiones para no tener que actuar sobre las consecuencias, trabajando para prevenir situaciones de consumos excesivos y/o episodios violentos. De lo contrario puede pasarnos que, en unos pocos días la noticia relevante sea otra y, tal como le sucede al 31% de los estudiantes de nivel medio, pero en nuestro caso sin necesidad de beber, no recordemos qué pasó.

jueves, 13 de febrero de 2020

Los mitos y riesgos del cigarrillo electrónico .

Cómo funciona y cuáles son sus compuestos, según expertos. Vapear no es inocuo y se estudian patologías respiratorias asociadas al uso de estos dispositivos. En Estados Unidos confirmaron las primeras cinco muertes asociadas al “vapeo”. Qué pasa en Argentina.
El cigarrillo electrónico irrumpió en el mercado como un método eficaz para dejar de fumar. Su propuesta fue la de reemplazar el consumo del cigarrillo convencional por un pequeño dispositivo que por medio de calor y una combinación de sustancias libera cierto tipo de vapor que simula la experiencia de fumar. Pero su inocuidad ya no está en duda. Los especialistas advierten que empezaron a asociarse a su uso nuevas patologías respiratorias y que muchos de los compuestos que se aspiran son directamente tóxicos o cancerígenos. Las advertencias sobre la toxicidad de estos dispositivos no son nuevas pero se enfatizaron en los últimos días cuando las autoridades sanitarias de Estados Unidos confirmaron las primeras cinco muertes asociadas al “vapeo”, como se le dice al consumo de los cigarrillos electrónicos. Según advirtió el Centro Para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) además de los casos fatales, mantienen bajo observación a unos 450 pacientes por presentar patologías similares que podrían estar asociadas a este nuevo consumo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) también fue categórica respecto al uso del cigarrillo electrónico. Aseguró que son “indudablemente dañinos” y que por lo tanto desaconseja el uso de estos vaporizadores, que ya se convirtieron en una nueva adicción. "Los SEAN (sistemas electrónicos de administración de nicotina) son indudablemente dañinos y deberían por lo tanto estar sujetos a regulación", advirtió la OMS en su último reporte sobre la epidemia global de tabaco. El organismo detalló que el cigarrillo electrónico contiene “aerosol y nicotina” y que, a su vez, ese aerosol tiene metales y diacetil (saborizante). “Se sabe que estos elementos son dañinos para el corazón, para los pulmones, y se está investigando cuáles son los efectos a largo plazo, si pueden incluso causar cáncer”, sostuvo el jefe del programa Iniciativa Liberarse del Tabaco de la OMS, Vinayak Prasad. Cómo funciona el cigarrillo electrónico y cuáles son los compuestos. Muchos de los dispositivos funcionan a partir de un pequeño alambre bobinado, en general una aleación de cromo y níquel, que en el medio tiene una fibra de algodón. Este algodón se empapa por capilaridad con el líquido que usa como relleno. Por acción de una batería el alambre se calienta mucho y entonces cuando el usuario aspira ese líquido se vaporiza. “Funciona como una especie de lámpara de kerosene, sólo que en vez de usar fuego usa una batería”, explica Nahuel Montesinos, químico investigador del Conicet, que participó de una investigación en el Lawrence Berkeley National Laboratory (Estados Unidos) para estudiar específicamente los compuestos gaseosos emitidos por el cigarrillo electrónico y cómo pueden afectar a los vapeadores pasivos. Según explicó el investigador, la base de todos los líquidos de recarga es usualmente una mezcla de propilenglicol y glicerina, dos productos viscosos a los que se le agregan otros componentes como nicotina y saborizantes. “El principio de vaporización es similar al que se usa en los teatros para simular el humo o la niebla. En principio son sustancias que pueden ser manipuladas sin riesgo en estado líquido. El problema viene con el calentamiento, ya que la degradación térmica produce otros compuestos que pueden ser dañinos para quienes las inhalen de forma directa o indirecta”, aclara Montesinos. De acuerdo a la investigación, algunas de la emisiones del cigarrillo electrónico se catalogaron como “posibles o probables cancerígenos”. Este es el caso del óxido de propileno y del glicidol, sustancias que se generan al calentar los compuestos originales. Los investigadores concluyeron que: 1- El cigarrillo electrónico emite un espectro de sustancias más amplio de lo que se pensaba. 2- Hay sustancias peligrosas que no están al principio entre los compuestos porque son resultado de la descomposición térmica del propilenglicol y la glicerina. 3- A mayor voltaje de la batería, mayor temperatura del filamento y por ende mayor cantidad de compuestos peligrosos emitidos. Miles de argentinos lo fuman. En Argentina, la Anmat mantiene la prohibición “para importar, distribuir y comercializar” cualquier tipo de cigarrillo electrónico y todos sus accesorios, incluídos los líquidos para recargarlos. La prohibición rige desde 2011 y fue ratificada en 2016 y 2018. La medida fue tomada teniendo en cuenta “la falta de evidencia científica” que avale la eficacia del cigarrillo electrónico “para la protección de la salud humana”. Desde el organismo advirtieron también que no hay estudios concluyentes sobre los efectos adversos del cigarrillo electrónico a mediano y largo plazo, “ya que los dispositivos aportan, en el vapor inhalado, una cantidad incierta de nicotina y de otras sustancias tóxicas”. A pesar de la prohibición, los cigarrillos electrónicos están al alcance de la mano. Se pueden comprar online en un sin fin de sitios web, que además de brindar información sobre la variedad de modelos y marcas pregonan las ventajas de su uso. “El cigarrillo electrónico no contiene químicos ni toxinas dañina. No más olor en el ambiente ni aliento de fumador. No existe más el fumador pasivo”, son algunas de las descritas. Según la última Encuesta Nacional de Riesgos que elabora la Secretaría de Salud para identificar, como dice su nombre, cuáles son los factores de riesgo de la población argentina, en 2018 el 1,1 por ciento de la población adulta consumía cigarrillo electrónico, lo que significa ciento de miles de personas. A diferencia de otros factores de riesgo como la obesidad, el consumo de tabaco o la presencia de colesterol, el uso del e-cigarrillo no tiene otro número con el cual contrastarse. Esta fue la primera vez que se midió entre la población. La buena noticia fue que el consumo de tabaco bajó a través de los años. En 2005 la población que fumaba alcanzaba el 29,7 por ciento. En 2018 ese número había bajado al 22,2. Cuáles son los riesgos de vapear. Según la neumonóloga especialista en tabaco e integrante de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria Cristina Borrajo, los componentes que se aspiran al vapear no son inocuos y hasta podrían tener consecuencias a largo plazo, sobre las que todavía no hay estudios por la corta vida del dispositivo. “Hablar de vapeo es un error porque no es vapor lo que se aspira sino un aerosol muy fino. El término fue impuesto por el marketing de las tabacaleras. El cigarrillo electrónico representa otra forma de fumar”, enfatiza la neumonóloga, quien recordó que las sociedades científicas de argentina desaconsejan su uso. Borrajo remarca que los casos en observación en Estados Unidos corresponden en su mayoría a pacientes adolescentes y adultos jóvenes -el grupo que más consume el cigarrillo electrónico- con lesiones pulmonares difusas, algunas graves, que no corresponden a las patologías conocidas y la única característica en común es el uso de este dispositivo. Al igual que Montesinos, la neumonóloga recuerda que el propilenglicol es la misma sustancia que se usa en los espectáculos para simular la niebla o el humo. “Ese es el supuesto vapor que vemos que sale de los cigarrillos electrónicos. No hay pruebas científicas sobre los efectos de esta sustancia al ser consumida de manera crónica. El resto son saborizantes que se están prohibiendo en el cigarrillo común porque aumenta la dependencia. Y la nicotina es el compuesto adictivo y sobre esto no hay ningún control”, explica Borrajo. Según la médica el calentamiento de estos compuestos, a través de la batería que tienen los dispositivos, genera nuevas sustancias. Una es la nitrosamina, que calificó como “cancerígena”. Borrajo aclara también que existen en el mercado más de 780 marcas de cigarrillos electrónicos y como las sustancias no están reguladas, de hecho la comercialización está prohibida en el país, no hay organismos de control que vigilen los compuestos o posibles adulteraciones. “No sabemos lo que están consumiendo”, advirtió. “Muchos adultos se iniciaron en el cigarrillo electrónico porque creyeron que era una alternativa para dejar de fumar pero en realidad lo que hicieron fue reemplazar el cigarrillo por una nueva forma de fumar de la que aún no conocemos sus riesgos a largo plazo. Terminaron haciendo un uso dual: fuman menos cantidad de tabaco pero mezclado con sustancias que son directamente tóxicas”, agregó la médica. Nuevos riesgos. El aspecto que preocupa a los especialistas es que el cigarrillo electrónico consiguió lavarle la cara al tabaco y devolverle el status al acto de fumar, algo que las campañas de salud habían logrado invertir a lo largo de los años. De hecho, la preocupación apunta a que los adolescentes se están iniciando como fumadores con el cigarrillo electrónico, algo que ya ocurre en las escuelas secundarias. También es un mito que el cigarrillo electrónico termina con el concepto de fumadores pasivos. “El vapor de segunda mano es todo lo que no queda retenido en el cuerpo del fumador, sale y puede afectar a quién está compartiendo un mismo espacio. Si usamos la variable estadística que se conoce como años de de vida ajustados por discapacidad (DALYs, por su sigla en inglés), algo así como los años perdidos por fumar, en el caso de el vapor de segunda mano, la afección es menor que en el cigarrillo convencional pero aumenta a medida que aumenta el voltaje”, explica el químico Nahuel Montesinos. El investigador remarca, sin embargo, que la única ventaja es que el cigarrillo electrónico no genera material sólido particulado como sí lo hace el cigarrillo convencional. Las desventajas, en cambio, son que el e-cigarillo es propenso a mayores abusos, porque es más difícil llevar la cuenta de la cantidad de sustancia vapeada a lo largo del día. “Este es uno de los mayores riesgos según los organismos de control”, advierte Montesinos. “Dejar de fumar es dejar de fumar, no es cambiar de método. Le recomiendo a cualquiera que quiera dejar de fumar que busque asesoramiento experto. Dejar de fumar produce abstinencia, por lo que se requiere apoyo. El proceso puede ser difícil pero no imposible”, concluye la neumónologa, con el mismo consejo que le da a sus pacientes ante la consulta sobre el cigarrillo electrónico y el consumo de tabaco en general. A continuación la opinión sobre el tema del Staff Profesional de nuestra Fundación. Como bien señala esta nota, el cambio del cigarrillo tradicional al electrónico no es una forma de dejar de fumar, sino simplemente fumar de otra manera. No es inocuo ni para quien ejerce el acto, ni para quienes son fumadores pasivos, y si bien las sustancias que estén en juego no son las mismas, no por eso dejan de ser menos riesgosas. El peligro también radica en que no hay una regulación del producto, de hecho en el país está prohibida su venta (aunque como con todas las prohibiciones, igual se consume), por lo que se desconoce cuáles son sus verdaderos componentes, si existen adulteraciones y, por tanto, no pueden conocerse tampoco sus posibles consecuencias sobre la salud. Otro punto interesante de la cuestión, que se menciona en la noticia, es que no hay forma de saber cuánto se "fuma", como con los cigarrillos que tienen un principio y un fin, pudiendo uno saber cuántos consumió en un determinado período de tiempo, aquí es un continuo "vapear" que no se puede contabilizar. Otro aspecto que no es mencionado, pero se relaciona con ésto es que, a diferencia del otro cigarrillo, el electrónico puede ser utilizado en espacios cerrados, por lo que ni siquiera existe el impedimento de "fumarlo" donde está prohibido. Ya existen algunas primeras evidencias de que el e-cigarrillo no es tan inocuo como dice ser, pero como ya hemos dicho en más de una oportunidad, la adicción nada tiene que ver con la toxicidad de la cosa en cuestión, y sea o no peligroso para la salud (aunque pareciera que lo es) lo que sí es seguro es que mucha gente tiene un problema de consumo problemático del mismo.

martes, 4 de febrero de 2020

Salir de la cárcel. Andrea Casamento.TEDxRiodelaPlata

¿Qué harías si a tu hijo de 18 años, que está tomando un café en Plaza Serrano, se lo llevan preso por error a una cárcel de máxima seguridad? Esto le sucedió al hijo de Andrea Casamento. Lo confundieron con alguien que robó cuatro empanadas. Esta terrible injusticia hizo que Andrea se enfrentara a un mundo que le era desconocido y que la recibió de forma muy hostil. Pero no se paralizó, se puso en acción por su hijo y luego por los familiares de todos los detenidos. Vemos a través de sus ojos un sistema judicial que debería volverse más humano. Su mirada subraya que lo que sucede en la cárcel, por más lejano que parezca, influye de forma directa en cómo convivimos con el problema de la inseguridad. Todo empezó con la detención, por error, de su hijo de 18 años. Como no había ningún espacio que le brindará contención o asesoramiento, fundó (y preside) la Asociación Familiares de Detenidos de Cárceles Federales (ACIFAD). Desde 2008 esta asociación trabaja para el acompañamiento y la promoción de los derechos de familiares de personas privadas de libertad, promoviendo soluciones colectivas y acciones de incidencia a partir del trabajo en red. Andrea también participó en la creación del programa Comunidad más Prevención que ofrece un espacio de acompañamiento a familiares de detenidos en distintos municipios. A continuación la opinión sobre el tema del Staff Profesional de nuestra Fundación. En la misma línea del vídeo que compartimos la semana pasada, se encuentra este que hoy les acercamos. Si bien aquí habla puntualmente de la situación de las personas detenidas y sus familiares, y nos es mucho más cercano ya que la disertante es argentina y por tanto nos habla de una realidad que experimentamos todos los días, el ejercicio que nos propone es similar al de la vez pasada, poder desprendernos de prejuicios y, de alguna manera, poder ponernos en el lugar del otro. Su protagonista plantea que ella misma participó de marchas por la inseguridad y pidiendo penas más duras, hasta que tuvo que vivir la experiencia de la cárcel a través de su hijo. Esperar los largos tiempos de la Justicia, a pesar de su hijo ser inocente y de que la víctima del hecho en cuestión así lo dijera; tener que aprender las reglas de esa“ realidad paralela“ que es la prisión, tener que ella misma modificar su vida cotidiana mientras todo ésto transcurría, dejando su trabajo, al que no pudo regresar luego de que su hijo estuviera libre, ya que el estigma de la cárcel no sólo cae sobre quien está detenido (sea o no culpable de lo que se lo acusa), sino sobre toda su familia. Es fácil pensar que todo lo que se relata en el video es injusto cuando quien tiene que padecerlo es inocente del delito que se lo acusa, pero no podemos ver la injusticia de los largos procesos, las condiciones denigrantes de los establecimientos penitenciarios o las faltas de oportunidades de inserción una vez cumplida la pena cuando la persona es culpable. Pareciera que todas esas cuestiones que se desarrollan alrededor de la pena (que sólo, y no es menor, es la pérdida durante un determinado tiempo de la libertad) forman parte de ella y está bien que así sea, porque lo que queremos es que el culpable sea castigado con todo el peso de la Ley, olvidando la mayor de nuestras leyes, la Constitución Nacional ,que establece, en su artículo 18, que “Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas(...)“. Difícilmente pueda tener una buena inserción en la sociedad, alguien que ha atravesado todo lo que se relata en la ponencia y, una vez en libertad, se encuentra sin nada y con todas las puertas (incluso a veces las de sus propias familias) cerradas. Tal vez, tendríamos que empezar a pensar en opciones diferentes a la reclusión, tal como ya planteamos en este blog al analizar el caso de Holanda y sus cárceles vacías.

FONDO AYUDA TOXICOLÓGICA ( F.A.T. )

QUIENES SOMOS.!!!

El Fondo de Ayuda Toxicológica (FAT) es una ONG fundada en el año 1966 por el Profesor Emérito Dr. Alberto Italo Calabrese para trabajar en ...